¿Qué es esta superstición o pseudociencia que parecer haberse puesto de moda?
En el océano de las nuevas pseudoterapias New Age, todos los días se ofrecen nuevas formas de adivinación o curación, de superación espiritual o de conocimientos “superiores”. No son pocos los que, al escuchar una palabra de origen sánscrito, hebreo o griego, imaginan que lo que le ofrecen es una sabiduría milenaria olvidada durante siglos.
Cuando escuchamos a personas que afirman que asisten a “lectura de registros akáshicos” y que quién lo realiza es un psicólogo, la confusión se hace mayor. ¿Qué son estos registros? ¿una nueva moda en psicología? ¿superstición? ¿pseudociencia? ¿adivinación con nuevo nombre? Creemos que en realidad, como todo lo promovido por la Nueva Era, tiene un poco de todo.
Una doctrina esotérica
Los defensores de los “registros akáshicos” predican que existen desde la creación del mundo y que fueron conocidos por las grandes civilizaciones de la antigüedad. Muchos “videntes” y pretendidos expertos en el tema, entienden que estos registros existen desde la creación del universo y que fueron creados por Dios. Según sus defensores, es como una base de datos del mundo mineral, vegetal, animal y humano, incluso de fenómenos paranormales. Para ellos es un conocimiento trascendental de todas las cosas y de la vida misma.
Los teósofos definen los registros akáshicos como una especie de memoria colectiva, de todo lo que ha acontecido desde el comienzo del tiempo. En el éter estarían almacenados todos los conocimientos del universo, y los seguidores de la Nueva Era creen y difunden esta creencia.
Para ellos los “registros akáshicos” son una “memoria universal de la existencia, un espacio multidimensional dónde se archivan todas las experiencias del alma, incluyendo todos los conocimientos y las experiencias de las vidas pasadas, la vida presente y las potencialidades futuras. Este sistema energético contiene todas las potencialidades que el alma posee para su evolución en esta vida y su verdadera razón de ser, el sentido de la existencia. Existe para el plano individual, planetario y universal con diferentes frecuencias vibratorias”.
Según la teosofía solo unos pocos pueden acceder a los registros akáshicos, y para ello se necesitan dones especiales, entre los que se incluye a chamanes, mediums espiritistas o videntes. Cada uno accedería por diversos caminos, en sueño o en viajes astrales, pero siempre “saliendo del propio cuerpo”.
La verdad detrás de la fantasía
Los “registros akáshicos” no tienen un origen tan antiguo como se suele afirmar, sino que son un invento moderno. Ni siquiera existe la expresión en sánscrito, que es la lengua sagrada del hinduísmo, de donde dicen que proviene.
La expresión akasha sí existe, viene del sánscrito, y alude a una realidad que fue traducida como “éter”, como una especie de fluido intangible, inmaterial y sutil, que penetraba el universo y era vehículo del sonido y de la vida. Pero el neologismo “akáshico” es un invento de la teósofa británica Annie Bésant (1847-1933), discípula de Madame H. P. Blavatsky y referente mundial del esoterismo y la Sociedad Teosófica. La primer noticia que tenemos de la expresión aparece en un libro de Annie Besant escrito en 1897, llamado “La sabiduría antigua”. Antes de eso no hay nada. Un invento que tiene poco más de 100 años y no miles.
En sus escritos Besant defendió que los antiguos maestros creían que existían estos registros en una realidad incorpórea, desconocida para la mayoría de la humanidad. Entre estos maestros incluyó a las grandes civilizaciones conocidas en su tiempo: druidas, caldeos, egipcios, griegos, hebreos, hindúes, mayas, árabes, persas, chinos, tibetanos y cristianos. Aunque claro está, que jamás aportó ninguna prueba histórica de ello, porque fue un invento suyo. Ninguna de esas civilizaciones se enteró de tales registros.
¿Quién respaldó y difundió estas creencias?
Charles W. Leadbeater (1854-1934) cuenta sus experiencias personales analizando los registros del éter en la sede de la Sociedad Teosófica en la India (1910). Allí contó la historia de la Atlántida, de otras supuestas civilizaciones desaparecidas e hizo algunas predicciones para el siglo XXVII. Luego de los escritos de Leadbeater, una larga lista de teósofos y esoteristas de Europa y Estados Unidos declararon que también podían acceder a los registros akáshicos, y comenzaron a publicar sus descubrimientos. Entre ellos se encuentran líderes de distintas sectas gnósticas y esotéricas, como Rudolf Steiner (fundador de la antroposofía), Max Heindel (fundador de los Rosacruces), Edgar Cayce, Samael Aun Weor (fundador de la Gnosis moderna), los ocultistas Manly P. Hall y Dion Fortune, entre otros.
Puro invento teosófico
Es interesante descubrir que las tradiciones religiosas más implicadas -según los teósofos- son el budismo y el hinduismo. Paradójicamente ni budistas ni hinduistas aceptan estos registros, ya que no existe ninguna mención en sus textos sagrados. Como tantas cosas creídas de las religiones orientales que no son ciertas, fueron invenciones de la Sociedad Teosófica.
Obviamente a pesar del lenguaje pseudocientífico que utilizan hoy sus defensores, no tienen ninguna validez científica y es pura fantasía esotérica. En todos los libros sobre el tema, hay interminables citas de libros sagrados y de autores espirituales, incluso inexistentes, como “maestros ascendidos”, que no tienen ningún fundamento real.
Entre las pseudoterapias y la Nueva Era
En la actualidad varios psicoterapeutas que no tienen problema en mezclar sus técnicas psicológicas con pseudoterapias new age, han incorporado la “lectura de registros akáshicos” dentro de la sesión psicoterapéutica. Con acciones de este tipo, el psicólogo se vuelve aquí una especie de chamán que inicia a sus pacientes en universos paralelos y viajes por otras dimensiones.
Sus promotores defienden que no hay ninguna pregunta que no encuentre respuesta en los Registros Akáshicos. “La maravilla de los Registros no reside únicamente en ser la fuente de una inmensa cantidad de información, sino en su potencial para sanarnos, para activar nuestra Maestría Personal y el ADN, en otras palabras vivir la vida que estamos llamados a vivir”.
Algunos prometen la “sanación akáshica” mediante la cual, en contacto con los registros uno puede cambiar toda su vida, sus actitudes y sanar enfermedades.
En incontables artículos y cursos sobre el tema, uno puede observar la interminable lista de afirmaciones sin fundamento histórico o científico al respecto de tales registros, porque es simplemente una creencia supersticiosa, con lenguaje pseudocientífico, que al igual que la Nueva Era, es capaz de unir de modo increíble el budismo, el espiritismo, el inconsciente colectivo de Jung, las profecías mayas, la física moderna, la magia, la Biblia y el psicoanálisis.
El pensamiento mágico en nuestros días encuentra un terreno fértil, donde cualquiera es sembrador y se cosecha cualquier clase de fantasía, como si fuera el último hallazgo científico. En cada crisis cultural de la historia ha resurgido el pensamiento mágico con mucha fuerza y visibilidad. Como escribía Bergson en 1932: “Rechazada por la ciencia, la tendencia a la magia subsiste y espera que llegue su hora”.