La Biblia es una mina de oro de la que podemos extraer muchas enseñanzas para nuestra vida de fe y la forma de ejercer nuestro liderazgo.
La Primera carta a los tesalonicenses es, posiblemente, el primer escrito del Nuevo Testamento. La escribió san Pablo mientras estaba en Corinto, entre los años 50 y 52. También es el primer escrito que conocemos de san Pablo y esto le da una especial importancia.
No se trata de un escrito polémico, como la Carta a los gálatas, por ejemplo. Presenta la rica afectividad de san Pablo, su preocupación pastoral, su cariño entrañable y paternal por sus discípulos, su agradecimiento a Dios, su enorme confianza en Jesucristo.
Al mismo tiempo nos permite asomarnos al liderazgo de san Pablo, a su estilo particular de vivir y anunciar el Evangelio, guiando y pastoreando a los hermanos bajo su cuidado, iniciando caminos nuevos e inéditos, con una buena dosis de creatividad evangélica y caridad pastoral.