¿Puede el cine ayudarnos a reconocer prejuicios y crear puentes de encuentro?
El 11 de septiembre de 2001 en EE.UU, el 11 de Marzo de 2004 en Madrid, el 7 de julio de 2005 en Londres o el pasado 7 de enero de 2015 contra Charlie Hebdo, el seminario satírico francés… Son muchas las fechas que nos marcan de sangre el calendario; fechas que nos hacen sentir impotentes y vulnerables aunque también generan una cierta unidad internacional (defensiva) y nos hacen paradójicamente más conscientes del mundo y de quiénes somos.
No es una realidad histórica pasada sino que nos alcanza generando a su paso un llanto desconsolado. Siempre hay alguna noticia que mantiene viva la alerta. No siempre nos paramos a pensarlo, nos estremece hacerlo. Miramos hacia otro lado y volvemos a lo que estábamos haciendo; cogemos el chupete del niño del suelo, lo lavamos y se lo damos. Ya no llora, vuelve a sentirse protegido y a salvo.
Ante la amenaza terrorista, nada debe sustituir el acuerdo internacional, la afirmación de los derechos humanos y el proceso autocrítico. Pero para encarnarlo dignamente debe permanecer vivo el factor humano, y para eso el arte, pero el cine en concreto, puede ejercer una gran función. Para afrontar el terrorismo en el mundo, como dice el Papa Francisco, es necesario también el “camino del encuentro”.
En esta línea vale la pena destacar el curso de verano de la Universidad Complutense de Madrid titulado “Diálogo e identidades a través del cine” organizado con gran profesionalidad y cercanía por Sonia Sánchez Díaz y María de Miguel, del Centro Sefarad-Israel. En este curso colaboraron la Red de Casas, Casa América, Casa Árabe, Casa África y, por supuesto, el Centro Sefarad-Israel.
¿Puede el cine, con sus historias y personajes que sufren y ríen, ayudarnos a reconocer los prejuicios que aún siguen vivos; también en nosotros? ¿Puede el cine ayudarnos a pasar del prejuicio hacia el “otro” distinto de mí, al encuentro sencillo y real con un “tú” que comparte el mismo mundo que yo?¿Puede el cine generar un diálogo fecundo entre identidades diversas? Sí, puede.
Son muchos los ejemplos que nos indican que sí, que el cine puede hacer todo eso y mucho más; pero debe ser mirado (y trabajado) como un recurso para aunar voluntades y sensibilidades diferentes siempre en busca de la paz y la armonía entre los pueblos.
Por ello, no interesa una clasificación ideológica o temática de las películas, sino que las películas que nos interesan son aquellas que nos permitan reconocer al “otro” como tal; el concepto de “otredad” como condición necesaria para el diálogo: con el musulmán que teníamos encasillado en una etiqueta (London River, De dioses y hombres); con el pueblo judío y su historia viva (Kaplan, Munich, La deuda, La lista de Schindler); con el pueblo americano, su herida y su crudo realismo (La jaula de oro, The visitor, La boca del lobo, Gran Torino, Emperador), y con el continente africano, que clama por salir de unos estereotipos que muchas veces no son malos por falsos sino por incompletos (Timbuktu, Nairobi half life, Hotel Rwanda, El jardinero fiel).
El arte en general, pero el cine en particular, es un factor determinante para el acercamiento de los pueblos. No solo porque refleja distintas identidades sino porque genera espacios de conocimiento (cursos de verano, cineforums,…) que nos ayudan a reconocernos en nuestra diversidad.
Porque sin un “tú” que afirmar, no hay un “yo” que sepa conversar.