separateurCreated with Sketch.

¿Cómo deben ser los “cantos litúrgicos”?

whatsappfacebooktwitter-xemailnative
Arquidiócesis de Medellín - publicado el 06/08/15
whatsappfacebooktwitter-xemailnative

No son un adorno, un elemento recreativo o un relleno, sino parte importantísima de la liturgia

Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.


Deseo donar en 3 clics

    A lo largo de la Biblia aparece, con mucha frecuencia, el verbo “cantar”. La invitación a cantar se deriva de la necesidad y del gozo. Con el lenguaje hablado, el ser humano no logra expresar todo lo que siente y quiere cuando se relaciona con Dios, entonces canta.
 
    La música litúrgica surge, en último término, como un “don” del Espíritu, que viene a ayudar nuestra incapacidad. Así el canto alcanza la altura del amor para corresponder al amor con el que Dios nos ha amado en Cristo.
 
    El canto litúrgico pone en comunicación con Dios, favorece la unidad y la integración de la asamblea, ayuda a profundizar el acontecimiento salvífico que se celebra y crea un ambiente de fiesta y de gozo en la comunidad.
 
El canto litúrgico debe estar al servicio de la fe y de la caridad de la comunidad. Él es un signo eficaz; no sólo expresa sino que también realiza los sentimientos íntimos de la comunidad que, cuando Dios le habla, responde con la alabanza, la gratitud y la súplica.
 
La música y el canto no son un adorno, un elemento recreativo o un relleno en la liturgia, sino parte importantísima de la misma. Por tanto, hay que cuidarlos con exquisito esmero e integrarlos dinámica y adecuadamente en cada celebración.
 
La música y el canto son buenos y útiles en la liturgia si ayudan a la oración, a fomentar la unidad en la asamblea y a vivir el misterio. De lo contrario, interrumpen y obstaculizan la adecuada celebración de la liturgia.
 
Se deben seleccionar cantos que tengan calidad en su letra y en su música. Hoy abundan composiciones hechas por aficionados sin formación literaria, musical, litúrgica y espiritual, que artística y litúrgicamente son un verdadero desastre.
 
En el canto litúrgico, la música está al servicio del texto, que debe inspirarse en la Escritura o en la misma liturgia; de otra parte, debe responder especialmente a suscitar la contemplación y la animación espiritual de la comunidad.
 
No se deben entonar nunca ni por ningún motivo cantos profanos dentro de las celebraciones litúrgicas. Debe distinguirse también el canto que se emplea, por ejemplo, en una convivencia o encuentro pastoral al que se destina propiamente para la liturgia.
 
Los cantos deben corresponder a los tiempos litúrgicos (adviento, navidad, cuaresma, pascua), a las solemnidades (San José, Asunción, Todos los Santos, fiestas patronales) y a las diversas celebraciones rituales (bautismos, confirmaciones, matrimonios, exequias).
 
Los cantos deben adecuarse también a la naturaleza de las diversas partes de la Misa. Para la entrada, un canto que una y motive la asamblea; en la presentación de ofrendas, un canto de alabanza; en la comunión, un canto eucarístico o que invite a la fraternidad; a la salida, un canto de acción de gracias o en honor de la Santísima Virgen María.
 
Una regla fundamental es que nunca se deben improvisar la selección y ejecución de los cantos litúrgicos, que debe prestarse el servicio del canto en coordinación con el presidente de la asamblea y que debe procederse en todo con profundo espíritu de fe y de piedad.
 
Ricardo Tobón Restrepo, Arzobispo de Medellín.

¿Te ha gustado leer este artículo? ¿Deseas leer más?

Recibe Aleteia cada día.

Aleteia vive gracias a sus donaciones

Permítenos continuar nuestra misión de compartir información cristiana y bellas historias apoyándonos.