Más de mil científicos ponen en guardia contra los robots asesinos

En los campos de la salud y la seguridad, el desarrollo y avances ligados a la inteligencia artificial son ciertamente alentadores. Pero hay también otros campos en los que esta forma de inteligencia puede rápidamente llevar a derivas peligrosas que el propio hombre podría no ser capaz de frenar.

Este es el caso de la esfera militar, o del uso de la tecnología por parte de grupos terroristas, o por los dictadores, y que se ha convertido en moneda corriente.

Para afrontarlo, cerca de 1.000 eminentes investigadores y expertos en robótica e inteligencia artificial (IA) publicaron el 27 de julio una carta abierta pidiendo a la ONU que prohíba las armas ofensivas autónomas, más conocidas con el nombre de "killer robots" o "robots-asesinos".

Cuando ya no hay humanidad

Esta carta fue hecha pública en Buenos Aires, donde se celebró hasta el 31 de julio la Conferencia Internacional sobre Inteligencia Artificial (IJCAI).

En una entrevista concedida a AFP, uno de los firmantes, el experto británico Toby Walsh, pone en guardia contra el uso malintencionado de la tecnología y la ausencia de razón y de sentimientos humanos en los procesos que rigen a los robots.

"La diferencia entre las armas autónomas y los drones que hemos visto en Irak y otros lugares es que ya no hay nada humano en los procesos (de decisión). En un dron, tienes detrás a un soldado americano en algún lugar de Estados Unidos que lo guía con un joystick, que toma la decisión de matar o no. En las armas autónomas, tienes un ordenador al que le das el poder sobre la vida y la muerte", subraya en científico inglés.

En la carta abierta, se advierte que en este caso, los robots asesinos son capaces "de seleccionar y combatir objetivos sin intervención humana". Un comportamiento que, según M. Walsh, puede revolucionar a peor y en un futuro peligrosamente cercano la manera en que los hombres hacen la guerra.

Esto sucedió con el arma de fuego, explica el experto. A continuación, el arma nuclear está considerada como la segunda revolución en materia de armamento. La IA y los robots-asesinos constituyen una tercera revolución que habría que detener, o por lo menos limitar, rápidamente.

"La mayor parte de los países disponen de esta tecnología", confía el experto, miembro de la Asociación para el desarrollo de la Inteligencia Artificial (AAAI), citando entre otros a EE.UU. y China. "Es una tecnología que es necesario evitar que caiga en manos de terroristas y otros grupos armados".

Una legislación necesaria y urgente

Toby Walsh pide a la ONU que legisle lo antes posible pues las derivas militares que puede tener la IA están a las puertas. Uno de los mayores peligros es el de la falta de asunción de responsabilidades: la falta de instrumentos legales para pedir responsabilidades cuando estas armas matan a personas inocentes.

¿De quién es la responsabilidad? ¿Del fabricante? ¿Del programador? ¿Del que inventó la máquina?", se pregunta Walsh.

Entre los firmantes de la carta están los responsables de SpaceX y Tesla, Elon Musk, el físico Stephen Hawking, el cofundador de Apple Steve Wozniak, el cofundador de Skype Jaan Talinn y el lingusta y activista Noam Chomsky.