Sus homilías y discursos en Ecuador, Bolivia y Paraguay tuvieron denuncia y anuncio (IV y final)
Ya se termina el mes de julio, un periodo que permanecerá en el recuerdo y la emoción de millones de católicos, especialmente de los latinoamericanos que tuvieron la dicha de recibir en estas tierras al Papa Francisco durante su viaje al Ecuador, Bolivia y el Paraguay.
Para reflexionar sobre esta visita pastoral, y lo que quiso transmitir el Santo Padre a sus paisanos, Aleteia ha venido ofreciendo a sus lectores una serie de artículos –que termina con este-, sobre lo que podría ser el origen del pensamiento de Francisco, desde una de sus fuentes: el magisterio latinoamericano.
Se ha visto así que en cada discurso y homilía “está su mano”, queriendo de esta forma responder a los desafíos que tiene el Continente de la Esperanza, y a la vez denunciar con fundamento las situaciones difíciles e injustas que aún viven sus habitantes.
Una teología sencilla
Aunque sus palabras tienen una base teológica y pastoral, el significado de las mismas es fácil de comprender, emociona al constatar la verdad que contiene, y a la vez mueve a la acción a quien lo sigue.
Esto viene siendo reconocido también por periodistas y pensadores que analizan el discurso papal y encuentran en él un sustrato auténtico y firme, que le da vigencia y profetismo a sus palabras, sea donde sea que las pronuncie.
En una conferencia realizada días atrás en Venezuela, el teólogo Rafael Luciani confirmó esto al explicar que “los discursos y la pastoral del Papa Francisco están inspirados en lo que se denomina Teología del Pueblo”. Explicó que esta “es una rama de la teología latinoamericana desarrollada en Argentina por algunos teólogos y pastoralistas, y que luego fue asumida por el episcopado argentino en la Declaración de San Miguel en 1969”.
Durante la exposición, realizada en el colegio San Ignacio de Caracas, el académico venezolano se aproximó así al origen y los contenidos fundamentales de esta opción teológica, y demostró cómo ella “ha inspirado a la praxis y a los discursos” del Papa, “buscando una seria revisión de la estructura eclesial, su identidad y misión, de cara a su fidelidad primera a la praxis del Jesús Histórico”.
La conferencia de Aparecida
En esta última entrega de artículos sobre las "raíces" de las enseñanzas del Papa Francisco, hemos llegado al año 2007, fecha que explica aún más la base del pensamiento Bergoglio. Es ciertamente una fecha memorable para algunos de nosotros allí presentes, cuando el Santuario de Aparecida en Brasil acogió al Santo Padre Benedicto XVI para la inauguración de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano – Celam.
Los días que transcurrieron del 13 al 31 de mayo fueron de gran emoción y expectativa, porque el nuevo Pontífice cruzaba al otro lado del mundo y todos querían conocer su pensamiento y sentir su cercanía con la Iglesia de América Latina.
Junto a su sistemática presentación de la fe, la prensa destacó también el contenido social de sus discursos, en los que cuestionó las estructuras de injusticia y de pobreza generalizadas en la región, marcada por las inequidades y desigualdades. También hizo referencia a la amenaza que traía el regreso de formas de gobierno autoritarias o sujetas a ciertas ideologías “que no corresponden con la visión cristiana del hombre y de la sociedad”.
A esta magna reunión, fueron convocados 266 participantes, de los cuales 162 eran cardenales y obispos; junto a ellos concurrieron a la cita 81 invitados, ocho observadores y quince peritos.
El cardenal redactor
Uno de los asistentes era el ya arzobispo metropolitano de Buenos Aires, cardenal Jorge Mario Bergoglio. Después de casi diez años al frente de una gran arquidiócesis, traía experiencias para confrontar y una gran apertura a las nuevas líneas pastorales que saldrían a la luz en el futuro Documento de Aparecida.