Cuando sientes que la oscuridad te invade, reza esta oración para pedir a Dios la luz del entendimiento y deja que te llene la claridad de Jesús:
Ilumíname, interiormente, ¡oh, buen Jesús!
Haz brillar tu luz en mi corazón y disipa todas las tinieblas que la oscurecen.Apacigua las divagaciones de mi espíritu
y líbrame de las tentaciones violentas que me combaten.Pelea fuertemente por mí, y aleja esas grandes fieras,
esos apetitos que me seducen para perderme,
para que mi alma consiga la paz por tu esfuerzo,
y sea templo puro,
donde se entonen tu gloria y tus perennes alabanzas.Llama a los vientos y tempestades y dile al mar: “¡Calla, enmudece!
El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza” (Mc 4,39).Envía tu luz y tu verdad para que resplandezcan en mi alma,
porque soy una tierra estéril y tenebrosa hasta que tú me ilumines.Derrama sobre mí las gracias del cielo;
riega mi corazón con rocío celestial,
lluevan sobre esta tierra árida las fecundas aguas de la piedad,
para que produzcan frutos buenos y saludables.Levántanos el ánimo oprimido por el peso de los pecados,
conduce todos los malos deseos al cielo,
para que, al gustar de la dulzura de los bienes eternos
no pueda en disgusto pensar en las cosas de la tierra.Arrebátame, despréndeme de las furtivas consolaciones de las criaturas,
porque ninguna cosa creada puede aquietar y satisfacer plenamente mi corazón.Úneme a ti por el vínculo indisoluble de tu amor:
porque Tú sólo bastas a quien te ama, y sin Ti todo es sombra y humo.