Ocurrió la noche del 18 al 19 de julio del año 64 en Roma, que era entonces la capital del Imperio. El emperador Nerón, en uno más de sus arrebatos, incendió la ciudad y acusó a los cristianos de haber sido los autores del suceso.
Este hecho se conoce gracias al historiador romano Tácito en sus Annales y al papa Clemente, que cita el hecho en su Carta a los Corintios.
Se produjo una persecución rápida y sanguinaria. Por orden imperial, se condenó a muerte a todos los cristianos.
Todos fueron asesinados con crueles tormentos. Unos fueron clavados en cruces, se les embadurnó de grasa, se prendió fuego a sus cuerpos y alumbraron durante toda la noche a modo de antorchas humanas distribuidas por las calles de la ciudad y en banquetes nocturnos.
Otros cristianos fueron cubiertos con pieles de fieras y entregados a perros rabiosos que los atacaron hasta darles muerte y devorarlos.
Santos protomártires: los primeros en Roma
Estos cristianos dieron el primer (proto- en griego) testimonio de la fe que habían aprendido de los apóstoles. Por eso son los santos protomártires de la Iglesia de Roma.
Aunque desconocemos sus nombres, siguen siendo modelo para toda la Iglesia a través de los siglos. Se les llama también "discípulos de los Apóstoles".
La fiesta de los santos Protomártires de la Iglesia de Roma se celebra el 30 de junio, después de la fiesta de los santos Pedro y Pablo, también mártires en tiempos de Nerón.
Oración
Señor, Dios nuestro,
que santificaste los comienzos de la Iglesia romana con la sangre abundante de los mártires, concédenos que su valentía en el combate nos infunda el espíritu de fortaleza
y la santa alegría de la victoria.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
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