Si la iniciación sacramental no va acompañada por una iniciación real en la vida de fe de estos niños, poco podemos esperarEl domingo pasado asistí a unas primeras comuniones. Me sorprendió ver a los niños tan creciditos. Muchas niñas ya empezaban a transformarse en mujercitas e iban vestidas como una novia. Muchos asistentes daban la impresión de estar en otro sitio, pues no se enteraban de nada de la misa. Realmente le veo muy poco sentido a estas celebraciones y pienso que nos prestamos a una fiesta del consumismo muy poco cristiana…
Mire, en Oriente, los niños al poco de nacer reciben los tres sacramentos de la iniciación cristiana. ¿Tiene sentido? Yo creo que pone de manifiesto la gratuidad de la salvación.
Por supuesto, estas celebraciones requieren un acompañamiento personal en el proceso de asimilación de la fe. No creo que lo que falle sean las celebraciones sino el acompañamiento en el crecimiento en la fe, por parte de los padres, sobre todo.
Sobre su apreciación, yo también creo que los niños bautizados deben recibir cuanto antes la Sagrada Comunión e incluso, previamente, la Confirmación. Evidentemente, con una debida y apropiada preparación y que no esté subordinada a un aberrante racionalismo teológico que ha viciado tantas experiencias pastorales.
Si la iniciación sacramental no va acompañada por una iniciación real en la vida de fe de estos niños, poco podemos esperar y entonces, ciertamente, corremos el riesgo de caer en los peligros que usted menciona. Hay que revisar a fondo nuestra praxis habitual de iniciación cristiana.
Hoy los niños suelen recibir la Primera Comunión a finales de cuarto curso de primaria, cuando ya han cumplido los diez años y muchos incluso la reciben más tarde. Tal vez si de más pequeños, cuando su espíritu está más predispuesto, se les iniciara en la piedad y en una temprana formación religiosa, obtendríamos mejores frutos.
Recuerdo santos como Domingo Savio, que explican con emoción su Primera Comuniónen edad bien temprana. Cuanto antes se acerquen los niños al Señor, mucho mejor, y especialmente en los tiempos que nos toca vivir.
Y, por lo demás, acoger lo mejor posible a las personas que se acercan a la Iglesia en estas ocasiones y aprovechar para evangelizar a fondo.
Artículo publicado en el semanario Catalunya Cristiana