No sabemos cómo se hace, no terminamos de tener claro si tenemos que tomar decisiones por ellos o no…
Llega un momento de la vida en que los hijos se convierten en los padres de sus padres, por vejez o enfermedad de éstos. Asumir esta etapa no siempre es fácil, pues se está acostumbrado a verlos llenos de vitalidad, energía e independencia. Cómo prepararse para esta situación o cómo afrontarla si ya está presente, es lo que se aborda en esta nota.
La responsabilidad como hijos adultos es velar por el bienestar de los padres. Aunque no se debiera tomar como una forma de recompensarles todo lo que han hecho por los suyos, sí es un compromiso que deja la tranquilidad del deber cumplido, habiendo entregado todo el amor que durante tantos años se recibió de ellos.
Por eso cuando llega la vejez, es cuando mejor hijo se debe ser, es el verdadero momento de servirles, de ser su apoyo y su mayor fuente de afecto.
Una nueva etapa
Son dos choques a los que se verá enfrentado: el primero, es aceptar que los padres ya no son los mismos de antes, ahora probablemente están enfermos, comienzan a tener pequeños olvidos, se quejan de algunas dolencias físicas y se pueden volver algo obstinados, lo que demandará cada vez más, los cuidados de la familia; ya no son ellos quienes sirven a los hijos, sino los hijos a ellos. Así que habrá un cambio de rol, ahora serán sus padres.
“Los hijos están acostumbrados a ser hijos: no sabemos cómo se hace, no terminamos de tener claro si tenemos que tomar decisiones por ellos o no y, a la vez, en muchos casos los padres toman decisiones que nos involucran como insistir en seguir viviendo solos, mientras muchas veces el hijo se preocupa porque les suceda algo que ponga en riesgo sus vidas”, dice Elia Toppelberg, psicóloga especializada en tercera edad.
Este cambio de mentalidad, es decir, la asimilación del envejecimiento de los padres, puede ser una realidad difícil de aceptar para algunas personas, haciéndose manifiesto mediante rabia, impaciencia, reclamos a los padres con frases fuertes como por ejemplo: “mamá no te acuerdas que ya te había dicho…”, “ya no puedes salir sola, ¿no entiendes?”,…
El otro punto y reto a seguir, es que la situación obliga a conciliar la propia vida -cónyuge, hijos, trabajo, hogar- con los nuevos requerimientos de los padres. Esta demanda de tiempo por parte de los padres, puede provocar problemas en el propio núcleo familiar del hijo(a).
Así que será necesario reunirse con el cónyuge e igualmente con los hijos, y dependiendo de su edad, exponerles la situación de los abuelos. Habrá que explicarles que ahora ellos lo(a) necesitan, tanto como lo hace un bebé, dejándoles muy claro que no los abandonará y que su rol de padre seguirá siendo el mismo de siempre.
También es importante pedirles su apoyo, pues esta situación será dolorosa y agotadora. Igualmente, habrá que buscar el equilibrio sin desatender ninguna de las dos familias.
Formas de prepararse y/o afrontar la situación:
– La vejez de los padres requiere un trabajo conjunto de toda la familia. Los hijos deben unirse y hacer un ajuste en el rol de cada integrante evaluando su disponibilidad para este fin, logrando así que todos tomen parte activa; la responsabilidad no debe caer en uno solo.
– Si fuera necesario, también se pueden revisar las posibilidades económicas para buscar ayudas extras (enfermeras, auxiliares, etc.) que sirvan de soporte, pero que de ninguna forma suplirán las responsabilidades de los hijos.
– Algunos estudios señalan que la carga emocional que acarrea cuidar padres mayores podría tener repercusiones negativas de una u otra forma. Por tanto, se recomienda generar espacios de esparcimiento, en donde el cuidador se pueda desestresar aislándose por unos minutos de este escenario.
– Si aparecen señales que lo ameriten, puede ser importante consultar con un profesional especializado en estos casos, como psicólogo, psiquiatra, geriatra, que dará apoyo y orientación para la toma de decisiones, será sostén emocional y contribuirá a aclarar las dudas en tan difícil y delicada situación.
Fuentes: enplenitud.com, vejezyvida.com
Artículo originalmente publicado por lafamilia.info