A la espera de la decisión judicial pide sólo una cosa: “Poder continuar ocupándome de Vincent”. ¿Hay derecho a hacer morir a un hombre privado de la capacidad de alimentarse e hidratarse?
“Este hijo que traje al mundo, querrían ahora quitármelo, dejarle morir de hambre y de sed; yo, su madre, sólo pido una cosa: poder continuar ocupándome de él”, declara Viviane Lambert a la revista Famille Chrétienne.
Había pedido ser recibida por el presidente de la República francesa el 6 de mayo, víspera de la publicación de su libro Pour la vie de mon fils (Éd. Plon, 180 p., 12,90 €), [Por la vida de mi hijo, n.d.t.] para que escuchara a “una madre desesperada que simplemente quiere hablar del estado actual de su hijo que no está al final de la vida; le pido al presidente poder hacerle salir para que me ocupe de él” (Le Figaro).
En vano: ni François Hollande ni ningún consejero han aceptado recibirla esta mañana, pero los servicios del jefe de Estado han propuesto un encuentro con el profesor Olivier Lyon-Caen, neurólogo y consejero de salud del presidente en el Elíseo. Viviane Lambert lo ha rechazado: “Es a François Hollande a quien quiero ver”.
La madre ha multiplicado las intervenciones en los medios de comunicación para que se mantenga con vida a Vincent, de 38 años, tetrapléjico y en estado de conciencia mínima tras un accidente de tráfico en 2008.
“Vincent no está al final de la vida. Se le ha querido poner al final de la vida”, declaró a Europe 1. “Mi hijo no es una legumbre, está muy vivo. Tiene sus momentos de pausa, sus momentos de reposo, sus momentos también en los que se habla en el silencio”.
1.700 personas en Francia
Tras la decisión del Consejo de Estado de autorizar el cese de la alimentación y de la hidratación solicitado por médicos en junio de 2014, Viviane Lambert y su marido presentaron un recurso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (CEDH).
Su combate –dice ella- no lo lleva a cabo sólo por su hijo sino también “por las 1.700 personas que en Francia están en el mismo estado de salud que él”.
Tienen contra ellos no sólo una opinión desde hace mucho tiempo “trabajada” a favor de la eutanasia, sino una parte del cuerpo médico y a su propia familia, la esposa de Vicente, Rachel, y seis de ocho hermanos y hermanas de su marido que desean “dejarle partir”, dejando de hidratarlo y de alimentarlo.
Para empeorar las cosas, se les califica como “católicos tradicionalistas” (Le Quotidien du médecin), lo que aunque sea verdad no cambia nada del fondo de la cuestión: ¿hay derecho a hacer morir a un hombre privado de la capacidad de alimentarse e hidratarse? Esto es lo que había intentado hacer el CHU [hospital universitario] donde Vicent recibe cuidados, el 10 de abril de 2013,¡ sin ni si quiere avisar a su familia!
Ni “una causa integrista” ni encarnizamiento terapéutico
¡Querer impedir un homicidio no es una “causa integrista” -como afirman los miembros de la familia que se oponen a los padres en una columna publicada por L’Express– sino una causa humana!
“El estado de Vincent Lambert debe ser reconsiderado: al contrario de lo que se ha dicho, no está evidentemente muerto, no está en estado vegetativo y no es objeto de encarnizamiento terapéutico. Con una muy grave discapacidad, está en estado de conciencia mínima”, explica la Fundación Jérôme Lejeune.
“Tras esta batalla, subyace la cuestión del tratamiento a todas las personas al final de la vida”, destaca también en su blog la Fundación Lejeune, que apoya a Viviane Lambert en su compromiso y su determinación.
“Viviane Lambert reafirma la necesidad y la urgencia de distinguir entre “dejar partir” y “hacer morir”, distinción que parece ser cada vez más obligada”.
La fundación también propone a cada uno que se implique firmando el llamamiento Sauver Vincent tout simplement [Salvar a Vicente sencillamente, n.d.t.], que ya ha recogido más de 20.000 firmas.