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Bebés-medicamento: Qué problemas suscitan y qué alternativas hay

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Observatorio de Bioética UCV - publicado el 05/05/15

5 objeciones éticas y 1 propuesta para tratar de evitar la transmisión de enfermedades hereditarias de otra manera

Por Justo Aznar, director del Instituto de Ciencias de la Vida (Universidad Católica de Valencia)

¿Qué cuestiones médicas y éticas implica la producción de bebés-medicamento para tratar de evitar la transmisión de enfermedades congénitas y/o hereditarias, de padres que las padecen a sus hijos? 

Desde el punto de vista médico, esencialmente consiste en producir por fecundación in vitro varios embriones de la pareja que puede transmitir la enfermedad a su hijo, seleccionar uno que no la padezca y que sea histocompatible con el hermano enfermo, e implantarlo en su madre para ver si se consigue un embarazo. El resto de los embriones, tanto enfermos, como sanos no histocompatibles, se desechan, es decir se eliminan.

Desde la ética, tras dejar sentado que para nada se pretende valorar la intención de los padres que desean utilizar esta técnica, este procedimiento suscita 5 objeciones:

1. En primer lugar es necesario tener en cuenta que para la producción del bebé-medicamento ha habido que utilizar la fecundación in vitro, la cual, como es sabido, tiene objetivas dificultades morales, derivadas fundamentalmente de que con ella se produce un ser humano al margen del único procedimiento que su dignidad exige, que no es otro que la donación de amor en el acto físico de la relación sexual de sus padres.

Nos parece imprescindible tener en cuenta este aspecto al realizar una valoración ética global de la producción de bebés-medicamento.

2. La segunda dificultad ética estriba en que los bebes-medicamento se producen para ser utilizados como material biológico específicamente destinado a tratar a otro niño enfermo. En este caso su hermano. Este concepto de niño producido para algo no parece compatible con la dignidad del ser humano, que siempre debe ser concebido como alguien, directamente querido por sus padres, es decir pensado únicamente en su propio bien.

Por ello, importantes corrientes bioéticas anglosajonas basan la idoneidad ética de la producción de los bebés-medicamento en que estos, los niños producidos, sean directamente deseados y amados por sus padres, con independencia de que adicionalmente puedan servir para curar a su hermano enfermo. Ese acto directo de amor es lo que cohonestaría éticamente su producción.

Sin embargo, en la decisión de producir un bebé-medicamento no parece fácil armonizar el querer tener un nuevo hijo, como consecuencia de un acto de amor específico hacia él, cuando simultáneamente en esa misma decisión se están despreciando a otros embriones, también hijos suyos, que van a morir simultáneamente con la producción del bebé-medicamento. Decisión de amor y muerte difícil de cohonestar éticamente.

3. El tercer aspecto éticamente negativo de la producción de un bebé-medicamento es que para obtenerlo ineludiblemente hay que destruir un elevado número de vidas humanas, de embriones.

En el caso del primer bebé-medicamento producido en España, se produjeron, en un primer intento 18 embriones, ninguno de los cuales estaba libre de la enfermedad de sus padres, además de ser compatible con la sangre de la hermana enferma.

En el segundo, se produjeron 10 embriones, de los cuales solamente 1 era sano y compatible, que fue transferido a su madre, pero que no consiguió implantarse. En el tercer intento, se produjeron 10 embriones. De ellos sólo 2 libres de la enfermedad de sus padres y compatibles con la sangre de su hermana.

Fueron trasferidos y uno de ellos logró implantarse, consiguiéndose que naciera el niño, en este caso, niña-medicamento. Es decir en total se destruyeron 38 embriones para conseguir el deseado bebé-medicamento
, algo que éticamente no parece fácilmente justificable.

Pero esto no ocurre sólo en el caso de los bebés-medicamento españoles, pues la destrucción de embriones para conseguir estos niños es una norma en la literatura médica. Así, uniendo datos de tres amplios estudios realizados sobre esta materia se constata que

para conseguir 49 niños útiles hubo que producir 2.796 embriones, lo que se traduce en una eficiencia del 1.75%.

4. La cuarta dificultad ética es que en la mayoría de los casos son varios los intentos que se realizan para conseguir el nacimiento del bebé-medicamento, con la circunstancia agravante de que en la mayoría de las veces esto no se consigue, lo que indudablemente tiene que ser motivo de un grave trastorno emocional para sus padres.

5. Un último aspecto éticamente negativo, que se presenta en relación con la producción de bebés-medicamento, es la dependencia que se puede crear entre el bebé producido y su hermano/a enfermo y que puede prolongarse a lo largo de la vida de ambos, circunstancia que parece que para el bebé donante es objetivamente negativa.

Frecuentemente los medios de comunicación consideran el Magisterio de la Iglesia católica contrario a la producción de bebés-medicamento, lo que, a  su juicio, iría en contra del avance de la ciencia.

Pero en realidad la Iglesia de ninguna forma se manifiesta contra los avances de la ciencia, sino contra la mala utilización de los avances científicos, y no cabe duda que un avance construido sobre la destrucción de numerosas vidas humanas, en este caso de las más inocentes, requiere, al menos, una profunda reflexión ética, que es lo que la Iglesia ha hecho.

Es ineludible plantear la siguiente pregunta: Si no es éticamente admisible la creación de niños-medicamento ¿cómo se puede tratar al niño enfermo? ¿Hay que dejar irremisiblemente que muera?

En el momento actual, el tratamiento de estos niños se puede conseguir utilizando células madre, especialmente de cordón umbilical, que tengan las características biológicas de idoneidad que este tipo de transplante requiere.

Para conseguir este objetivo lo ideal es promover bancos públicos de sangre de cordón umbilical en donde se pudieran encontrar las células madre necesarias para tratar a cualquier enfermo.

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