Una mirada a los pronunciamientos de la Iglesia sobre el diálogo islamo-cristiano
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¿Existe una especie de "vademecum" para explicar cómo un buen cristiano debe comportarse con los musulmanes? La Iglesia católica se ha pronunciado varias veces sobre esto en muchas ocasiones. Pero esos pronunciamientos, ¿deben considerarse dogmas de fe? Si un "buen cristiano" no los sigue, ¿comete un pecado?
Aleteia ha preparado este dossier en dos entregas sobre este tema de tanta actualidad, mucho más en un periodo en el que se tiende a asociar, con bastante frecuencia, al Islam con la acción destructiva de los extremistas del ISIS.
Con el experto Ambrogio Bongiovanni, profesor de dialogo interreligioso e intercultural en la Pontificia Universidad Urbaniana, en el PISAI (Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos), y en el Pontifical Beda College, ofrecemos un resumen sobre cómo dice la Iglesia que hay que relacionarse con los seguidores del islam.
"Nostra Aetate", la piedra angular del diálogo interreligioso
“En mi opinión – afirma Bongiovanni – ‘Nostra Aetate’ no es sólo la ‘brújula’, sino, podríamos decir, la ‘piedra angular’ del dialogo interreligioso para los católicos, de la que es difícil prescindir. Es una declaración del Concilio Vaticano II que, junto a las indicaciones contenidas en otros documentos conciliares, incluso más importantes desde el punto de vista doctrinal, marca un cambio de actitud de la Iglesia hacia los creyentes de otras tradiciones religiosas”.
De un lado, con esta Declaración el Concilio “pone de relieve lo positivo presente en las demás religiones, por otro indica a los “hijos de la Iglesia”, por tanto a todos los cristianos, el deber de revisar actitudes del pasado, de reconciliarse con historias de discriminaciones y violencias religiosas, y, al mismo tiempo, en el ámbito del testimonio cristiano, de asumir una actitud misionera activa en la búsqueda, en la elevación de cuanto es “verdadero y santo” en las diversas religiones, de colaboración con todos los hombres de buena voluntad en la búsqueda de Dios.
En el fondo se trata de un modo de traducir concretamente lo que ya el Papa Pablo VI prefiguraba y auguraba en su Encíclica Ecclesiam Suam (1964), durante los trabajos conciliares, indicando el dialogo como el espíritu que caracteriza la misma vida de la Iglesia”.
El islam antes de "Nostra Aetate"
Aunque el párrafo 3 de la Declaración “se refiere explícitamente a las relaciones con los musulmanes hacia los cuales hay una actitud de estima y de respeto, a pesar de que las relaciones en el pasado se caracterizaran por momentos difíciles y a veces de guerra”, en la historia ¿había habido otros pronunciamientos de la Iglesia hacia los musulmanes? “En general – prosigue el profesor y experto en dialogo interreligioso – en el curso de la historia la postura de la Iglesia hacia las demás religiones estaba marcada por una actitud negativa, mucho más contra el islam, el cual, considerando que la recibida por el profeta Mahoma era el culmen de la revelación divina, se pone al nivel del cristianismo como detentor de una verdad absoluta y, planteando serios y complejos interrogantes teológicos”.
Desde el principio, subraya Bongiovanni, “el islam viene visto como antagonista del cristianismo e incluso como herejía. Las referencias oficiales de la Iglesia sobre el islam antes del Concilio trataban siempre el tema de la imposibilidad de salvación fuera de la Iglesia según el axioma ‘Extra Ecclesiam nulla salus’.
En la Edad Media, la Europa cristiana veía el mundo musulmán como el otro ‘no-cristiano’ por excelencia, alimentando una cierta polémica y una visión muy negativa del islam y del profeta Mahoma. Se trataba por tanto de un enfrentamiento que aún sigue marcando la memoria histórica de ambas partes y que a veces olvida incluso situaciones positivas de encuentro cultural, como en Sicilia o España”.
“Un buen ejemplo, diría profético – añade el experto – sigue siendo el encuentro entre Francisco de Asís y el sultán Al-Malik al-Kamil, que precisamente durante las Cruzadas, en pleno conflicto y en plena mentalidad negativa, pone de relieve la acogida, el respeto recibido por Francisco por parte de quien creía su perseguidor. Habrá que esperar por tanto muchos siglos para que la Iglesia cambie su punto de vista hacia los musulmanes, con una mirada más positiva y el deseo de promover relaciones de estima y colaboración”.
Los documentos del Magisterio sobre la religión musulmana
Ya un año antes del Concilio, la Iglesia católica había abierto el camino del diálogo con el islam.
Revela Bongiovanni: “De manera concisa puedo decir que si la Declaración ‘Nostra Aetate’ podría ser vista ‘solo’ como un documento pastoral – por lo que algunos teólogos con un valor inferior respecto a otros documentos – en realidad la referencia conciliar a los musulmanes está también contenido en la Constitución Dogmática Lumen Gentium (fechada en 1964).
La Lumen Gentium, en el número 16 dice: “Pero el designio de salvación abarca también a los que reconocen al Creador, entre los cuales están en primer lugar los musulmanes, que, confesando adherirse a la fe de Abraham, adoran con nosotros a un Dios único, misericordioso, que juzgará a los hombres en el día postrero.».
Además, los numerosos pronunciamientos oficiales post-conciliares, a varios niveles, “que abren al dialogo sin esconder las diferencias y las dificultades a nivel teológico”, son acompañados “por una praxis, por eventos y gestos concretos que representan un ejemplo para toda la comunidad cristiana: eventos como el encuentro de Asís (1986), los viajes, los discursos papales a comunidades cristianas y musulmanas en los diversos países, a los diplomáticos y a las autoridades religiosas”.
“Diría – subraya el profesor – que un primer signo concreto fue la institución de un dicasterio vaticano, el Secretariado para los no Cristianos, que se convirtió después en el Consejo Pontificio para el diálogo interreligioso, con una oficina particular para las relaciones con el mundo musulmán”.
“No hay que olvidar tampoco el empeño en el diálogo llevado a cabo por las Iglesias locales, Tomo por ejemplo lo que conozco más, el compromiso de la FABC (Federación de las Conferencias Episcopales Asiáticas) que desde hace décadas ve el dialogo como un elemento fundamental de la misión cristiana”.
Gestos papales
Además de los documentos oficiales, hay papas que han producido actos magisteriales en los que se habla del comportamiento que un cristiano debería tener hacia el islam.
“Seguramente Juan Pablo II abrió el camino a una idea de colaboración entre musulmanes y cristianos en nombre de un camino hacia el bien común. De gran relieve el famoso discurso a los jóvenes musulmanes de Casablanca en Marruecos (1985), pero también otros gestos simbólicos que están en plena antítesis con quienes creían o siguen diciendo que entre cristianos y musulmanes nunca podrá haber posibilidad de diálogo o una cuestión de ‘buenismo’ o de ingenuidad, influenciados también por situaciones que derivan de su propio contexto”.
“Cierto – afirma Bongiovanni – todo dialogo tiene que ‘aterrizarse’ en cada contexto: hay contextos más complejos donde la comunidad cristiana en minoría vive todas las dificultades y mecanismos de las minorías religiosas en el mundo. Estas diversas visiones deben reconducirse a un cuadro general de servicio y crecimiento recíproco”.
Después del 11 de septiembre de 2001, la perspectiva “no ha cambiado”.Benedicto XVI, en su discurso de Colonia (2005) reafirmó que el diálogo islamo-cristiano es "una necesidad vital, de la que depende en gran parte nuestro futuro".
Y en 2013, “a pesar de las actuales tensiones internacionales”, Papa Francisco en la Evangelii Gaudium dedica cinco párrafos al diálogo (250-254), y de ellos dos en particular al diálogo islamo-cristiano.
“Aunque recuerda las dificultades objetivas de este diálogo – glosa el experto – reafirma su compromiso, indicándolo como vía maestra para construir el futuro de mañana. Las indicaciones son apoyadas por muchas experiencias de diálogo en el mundo. Los ojos de la fe, la fuerza de la esperanza y el fuego de la caridad remiten a un ‘más allá’ de la contingencia de los acontecimientos”.