Entrevista al director del Instituto que realizó el estudio más completo sobre cómo los argentinos ven a la familia
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Los argentinos siguen creyendo que la sociedad debe basarse en la familia. Este hallazgo del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral, sobre el que Aleteia informa aparte, llama la atención tras una década en la que, por ejemplo, la ley argentina abandonó la idea de que para que haya matrimonio los contrayentes deben ser varón y mujer. Conversamos con el Director de este Instituto, Carlos Camean Ariza, sobre los resultados.
En el análisis de los resultados menciona la responsabilidad de los medios de comunicación y de la situación económica en cómo los argentinos observan a la familia… ¿Y las instituciones educativas?
Lo más importante es que las instituciones educativas entiendan que no son una fábrica de intelectuales, sino organizaciones al servicio de la familia.
Lamentablemente cuando el docente entra al colegio se olvida de que también es un padre o una madre que debe acoger a los chicos como lo que son, personas que otros padres han puesto a su cuidado para ser “la mejor persona posible”.
¿Qué rol ocupan entonces, por ejemplo, los colegios?
El de auxiliares de la formación que nace en casa. Cuando alguien me dice que los padres esto o aquello, siempre pregunto si esos padres no serán por casualidad el resultado de un sistema educativo perimido que hoy, también está engendrando futuros padres con poca responsabilidad.
La cara visible de los colegios son los docentes…
Los docentes, yo también lo soy, deben entender que su responsabilidad está mucho más allá de un examen de matemáticas, está en el alma de sus alumnos.
En el estudio hay resultados alentadores, como el valor que se le sigue otorgando a la familia, pero otros no tanto, como la apertura al divorcio y la escasa población casada. Es decir, se valora algo que no se termina de vivir. ¿Podría decirse que la gente no se casa porque justamente considera el matrimonio algo serio?
Creo que hay que distinguir entre la moda cultural y la verdad social. Las culturas pasan pero la realidad social quedará, porque es parte de lo que es el ser humano, un ser hecho para los otros. La alteridad, la necesidad del otro para ser lo que somos, es lo que nos hace humanos, y el primer lugar donde esa alteridad se evidencia es en casa, en la familia.
El matrimonio es la expresión máxima de lo que la persona es capaz de hacer: entregarse completamente al otro, nada más y nada menos que dejar de ser un yo, para vivir pendiente del tú y formar un nosotros, y eso cuesta, y también duele.
En una cultura donde el sacrificio -lo que cuesta está mal visto- y el dolor se evita de todas las formas posible, obviamente que esa relación interpersonal donde se juega todo, está más que mal vista.
¿Esto siempre fue así?
Lo que hoy estamos viviendo es un experimento social muy profundo, lamentablemente un experimento en el que hay personas en juego, pero sólo sabremos el resultado dentro de 50 o 100 años, por ahora sólo sabemos que el siglo XX ha sido el siglo donde el individualismo se ha manifestado en su máxima expresión.
¿Cómo enfrentar este conflicto?
No se trata de enfrentar sino de vivir de acuerdo a lo que somos, ser testigos y testimonio; muchos se reirán, otros nos seguirán, pero si hay algo que demuestra este estudio es que cuando se le pregunta a la gente cuándo es de día, responde: cuando hay luz. La verdad siempre se impone.