Maria Rosaria Maiorino, nueva dirigente de la Inspección de la Seguridad Pública del Vaticano, la primera mujer que asume un encargo de este tipo, habla de un Papa impredecible. “Tiene un carisma excepcional, fascina a la gente -explica Maiorino-, y no se puede ni pensar en separarlo de la gente. Por eso, entendí enseguida que con el Papa Francisco hay que saber improvisar” (Settimanale Oggi, 8 abril).
La "nueva dirigente con la pistola” (Libero Quotidiano 9 abril) recuerda una anécdota sobre su primera salida con el Pontífice a la parroquia de San Miguel Arcángel, en el barrio de Pietralata.
“Mientras estábamos en la calle, me llegó la comunicación de que el Papa se había enterado que en las inmediaciones de la parroquia había un campo de refugiados y quería visitarlo. En pocos minutos, prosiguió, nos inventamos un servicio de seguridad que permitiese al Papa visitar a los refugiados”.
Protección en las barracas
tiene el difícil encargo de conciliar las exigencias de seguridad del Papa con su explícito deseo de que no se le aleje de la gente, ni siquiera por la presencia de importantes cordones de agentes uniformados (Il Mattino, 21 de enero).
“Cuando llegamos al campo, prosigue Maiorino, el Santo Padre descendió solo y abrió la puerta del campo, una zona de barracas con los pies llenos de fango (…). Los agentes de la Inspección y yo, viendo que el Papa estaba seguro, lo dejamos solo para que hablase con los demás… Ese día tuve la prueba de que el Papa quiere llevar a cabo su ministerio así. Por tanto somos nosotros los que debemos adaptar los servicios de seguridad”.
36 años como policía
Nacida en Amalfi, muy católica, tiene 59 años y los últimos 36 los ha pasado en la policía. Fue la primera mujer en un equipo móvil y la primera directora en Cagliari, donde prestó servicio desde 1980 hasta 2010.
Ha sido también la primera mujer vice-cuestora vicaria en Belluno y Bolzano, después cuestora en Foggia y Palermo. Un currículum muy respetable antes de llegar al servicio de la sede, donde trabaja codo con codo con la Gendarmería Vaticana.
Orgullo personal y profesional
“Para mí proteger al Papa es un motivo de orgullo personal, además del profesional”, afirma Maiorino, que se reunió personalmente con el Pontífice el 22 de enero en el transcurso de la audiencia reservada a los dirigentes y los agentes de la Inspección Vaticana.
“Ha sido un momento fuerte y bello", explica, "un momento maravilloso fue cuando el Papa abrazó al hijo de un agente de la Inspección que murió recientemente: ver la emoción de ese niño, con los ojos llenos de lágrimas mientras que el Papa le hablaba manteniéndolo a su lado, conmovió a todos. Ese día vi también el amor que nuestros niños tienen por Papa Francisco, la devoción”.
Hoy celebramos a...