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Lectio Divina segundo domingo de Pascua Ciclo B

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Fundación Ramón Pané - publicado el 12/04/15
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Una guía para rezar con la Escritura esta Pascua

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LECTIO DIVINA 
SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA CICLO B

 
Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo, Señor y dador de vida.
Ven en este tiempo Pacual a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias. Porque queremos reavivar la esperanza en Cristo Resucitado.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de la resurrección de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén
 
 

TEXTO BIBLICO: Juan 20, 19-3
«FELICES LOS QUE CREAN SIN HABER VISTO»

 
      20,19: Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos con las puertas bien cerradas, por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se colocó en medio y les dice:
   —La paz esté con ustedes.
  20,20: Después de decir esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron al ver al Señor.
  20,21: Jesús repitió:
   —La paz esté con ustedes. Como el Padre me envió, así yo los envío a ustedes.
  20,22: Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió:
   —Reciban el Espíritu Santo. 20,23: A quienes les perdonen los pecados les quedarán perdonados; a quienes se los retengan les quedarán retenidos.
  20,24: Tomás, llamado Mellizo, uno de los Doce, no estaba con ellos cuando vino Jesús.
  20,25: Los otros discípulos le decían:
   —Hemos visto al Señor.
   Él replicó:
   —Si no veo en sus manos la marca de los clavos, si no meto el dedo en el lugar de los clavos, y la mano por su costado, no creeré.
  20,26: A los ocho días estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa y Tomás con ellos. Se presentó Jesús a pesar de estar las puertas cerradas, se colocó en medio y les dijo:
   —La paz esté con ustedes.
  20,27: Después dice a Tomás:
   —Mira mis manos y toca mis heridas; extiende tu mano y palpa mi costado, en adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe.
  20,28: Le contestó Tomás:
   —Señor mío y Dios mío.
  20,29: Le dice Jesús:
   —Porque me has visto, has creído; felices los que crean sin haber visto.
  20,30: Otras muchas señales hizo Jesús en presencia de sus discípulos, que no están relatadas en este libro. 20,31: Éstas quedan escritas para que crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida por medio de él.
  
BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO
 

 

LECTURA: ¿Qué dice el texto?

 
Este domingo Segundo de Pascua, oramos con el texto de San Juan que comienza la narración el día de la Resurrección. Es decir el primer día de la semana, para los judíos, después del sábado. Ya al atardecer, después que el Evangelista nos ha contado que María Magadalena fue al sepulcro y no encontró el cuerpo, entonces volvió y lo dijo a sus Apóstoles y Pedro y Juan corroboraron que no estaba y luego cómo se le apareció a la Magdalena. Ahora Jesús Resucitado entra en el lugar donde ellos estaban.
 
Es importante el dato que ofrece Juan, estaban cerradas las puertas ¿Cómo entró Jesús? Es una muestra de su cuerpo glorioso y resucitado. Así no habla con este lenguaje tan simple que después de su muerte, ha entrado en otra dimensión inexplicable, sólo con estos hechos puede dar a entender.
 
Lo primero que hace es desear la paz. El “shalom” es mucho más de lo que pensamos ya que implica un deseo profundo de vivencia en prosperidad hasta la paz duradera. Y Jesús demuestra que sí es el mismo que han crucificado y matado en la cruz. Pues les muestra sus heridas.  Juan aclara que los discípulos se alegraron mucho al ver al Señor. Tal vez fuera obvio decirlo, pero esta aclaración es importante, pues ellos habían vivido también la agonía, la pasión del Señor, desde su perspectiva de discípulos. Ellos que habían quedado tan tristes, pero ahora todo lo que pasaron, se reinterpreta desde el acontecimiento de la resurrección de Jesús.

 
Jesús sopla y dice reciban el Espíritu Santo. Muchos autores llaman a esto “el Pentecostés narrado por Juan”. Pero inmediatamente añade que Él ha sido enviado por el Padre y de la misma manera los envía a los discípulos. Y vuelve a insistir en que otorga la autoridad como Dios en “perdonar los pecados”. Lo que sólo Dios puede hacer, ahora lo delega a sus discípulos.
 
En esta escena no estaba Tomás, al que luego la Iglesia lo apoda “el incrédulo”. Es conocido por todos la frase: “si no pongo mi dedo en sus llagas y no meto mi mano en su costado abierto, no creeré”. El Evangelista Juan inmediatamente cuenta que una semana después Jesús vuelve a aparecerse y llama a Tomás, lo invita con amor a que corrobore que es Él quien ha vuelto de la muerte y le pide que sea un hombre de fe. La respuesta del discípulo incrédulo es: “Señor mío y Dios mío”.  Es el reconocimiento profundo y verdadero de darse cuenta que Jesús no es un simple maestro, es el “Señor” que quiere decir el dueño de la vida, de la historia. Es Dios. No hay título más supremo en este mundo y esas palabras encierran la síntesis de la fe cristiana más importante. Jesús es el Señor. Jesús es Dios que se encarnó en el seno de María y murió para salvarnos.
 
El texto finaliza con una idea muy alentadora para todos nosotros: “felices los que crean sin ver”. San Juan nos pone de relieve a todos los creyentes, que esa misma alegría que tuvieron los discípulos al ver al Señor la pueden tener también todos los creyentes en Él. Por eso mismo dice que estas palabras “quedan escritas para que crean que Jesús es el Mesías y creyendo en Él tengan la vida eterna”.
 
 

MEDITACION: ¿Qué me dice a mí el texto?

 
Nos preguntamos para profundizar en nuestra vida estas palabras de Salvación:
 

  1. ¿Estoy convencido que ser un seguidor de Jesús es ser una persona de paz? ¿Recibo concientemente la paz y transmito la paz?
  2. Los discípulos del Señor somos enviados por Él. ¿Estoy conciente que creer en jesús también implica ser enviado por Jesús para la misión de transmitir la Buena Noticia?
  3. ¿Cuantas veces al igual que Tomás exijo “pruebas para creer”? ¿Qué dirá el Señor sobre todo esto?
  4. ¿Soy capaz de reconocer a Jesús resucitado y viviente en mi vida, en nuestra vida de Iglesia? Aún cuando parezca una respuesta sencilla es necesario repensar bien, pues el reconocer en mi vida a Jesús, implica vivir con alegría, vivir con la meta de llevar el Evangelio a la mayor cantidad de personas y no dejar que nadie me quite la esperanza.

 
 

ORACION: ¿Qué le digo yo al Señor?

 
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero.
 
·       Gracias Señor porque quisiste compartir con la humanidad tanto la vida como la muerte que nos tenía prisioneros. Gracias por que en tu resurrección encontramos el sentido a nuestra existencia.
·       Señor acéptame como tu discípulo y también tu testigo y misionero. Dame el valor para vivir de este modo. Quiero alegrarme con tu resurrección y transmitir esa alegría.
·       Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Añadimos unas intenciones de oración.
 
 

CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo el texto?

 
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del texto para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón:
 
«FELICES LOS QUE CREAN SIN HABER VISTO» (Versículo 29)

Y de esta forma nos ponemos en contemplación.
 

 

ACCION: ¿A qué me comprometo?

 
Hoy me comprometo a mostrar mi alegría pascual haciendo una obra de misericordia, para que los demás viendo lo que realizo, puedan creer. Mi agradecimiento por creer en Jesús, se manifiesta con llevar la esperanza cristiana a los demás, especialmente a los que sufren en los hospitales, en los asilos. Visitaré con gozo pascual a personas que me recuerden a Cristo, y daré testimonio de la esperanza.
 
Por el Hno. Ricardo Grzona, frp
 

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