El Pontífice visitó el barrio más pobre de la periferia de Nápoles pidiendo dignidad, trabajo, acogida. En el santuario de Pompey invocó la Virgen
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En un discurso contundente contra la dignidad robada por la delincuencia y los negocios fáciles, el Papa Francisco este sábado 21 de marzo ha entrado a la ciudad italiana de Nápoles atravesando la periferia más pobre de la capital de la Campania.
Allí, Francisco se encontró con la gente de Scampia, el barrio más necesitado de la urbe, exigiendo dignidad para los jóvenes desempleados, los inmigrantes, los niños. Además, exhortó por una buena política en la misma periferia visitada por Juan Pablo II en 1990.
La corrupción no es cristiana
“Si nosotros le cerramos la puerta a los inmigrantes, si le quitamos la dignidad y el trabajo a la gente. ¿Cómo se llama esto? Se llama corrupción …Nadie puede decir que no será jamás corrupto”, dijo al margen del texto preparado.
Espontáneamente, como un padre preocupado dijo: ¿Cuánta corrupción hay en el mundo?”. Luego, comparó la corrupción a un animal muerto que se descompone.
“Es un algo sucio” y huele mal. “La corrupción huele mal, una sociedad corrupta huele mal. Un cristiano que deja entrar la corrupción, no es cristiano, huele mal”, tronó la voz del Papa.
“La lucha por la dignidad es poder llevar el pan a la casa”
Abandonando las hojas de su discurso, denunció que el 40% de los jóvenes en esta región no tienen trabajo. “¡Esto es grave! ¿Qué hace un joven sin trabajo? ¿Qué futuro tiene? Esta es una responsabilidad no solo del barrio, de la ciudad, del pueblo, sino del mundo”.
El Papa hizo hincapié en la globalización de la indiferencia: “Hay un sistema económico que descarta la gente, ahora es el turno de los jóvenes, descartados sin trabajo”.
“Pero, padre – continuó- tenemos el voluntariado, el centro, la caritas…El problema no es comer”. Así reafirmó que la gente necesita la dignidad de “llevar el pan a casa, de ganárselo”. “Esta falta de trabajo nos roba la dignidad”, alzó la voz Francisco.
“Debemos defender nuestra dignidad de ciudadanos, de jóvenes, no debemos quedarnos en silencio”, denunció.
La esclavitud en el trabajo
Papa Francisco ha denunciado la esclavitud laboral y contó como en un parábola moderna un caso: “Una joven que tenía necesidad encontró un trabajo en una empresa de turismo. Las condiciones eran estas: 11 horas de trabajo, 600 euros al mes (700 dólares), sin algún aporte para la pensión, pero es poco – bueno sino te gusta, mira la fila detrás hay miles que aceptarían-”.
“Esto se llama explotación, esto no es humano, esto no es cristiano. Y si ese se hace llamar cristiano, no es verdad. No es cristiano. La explotación del trabajo en negro (sin contrato) no es cristiano. Te pago lo que yo quiero. Esto es explotación” enfatizó.
El camino del bien es el camino de la acogida también a los inmigrantes
Nápoles está pronta para resurgir. “La vida en Nápoles no ha sido siempre fácil, pero jamás ha sido triste”. Así recalcó la religiosidad del pueblo, pidiendo de acoger también a los inmigrantes. En este sentido dijo: “qué aprendan el napolitano, que es tan dulce y tan bello” indicó.
“Una comunidad no puede progresar sin el apoyo del Estado mucho menos ante situaciones sociales difíciles”.
Al margen del discurso ha pedido acogida y fraternidad entre las personas. “Todos somos migrantes en el camino de la vida, nadie tiene demora fija en esta Tierra, todos nos tenemos que ir. Todos tenemos que ir a encontrar a Dios. Uno antes o después”.
En otro momento espontáneo, el Papa contó: “Había un viejito sagaz que decía: Vayan, vayan ustedes antes, yo voy por último” [Risas]. Todos debemos ir a encontrar a Dios. ¡Todos, todos!”
La política es cosa de todos
Francisco pidió que la política no sea una cuestión de los políticos, sino “de todos”, asimismo, remarcó la necesidad de un trabajo digno” en una tierra donde existe un alto índice de desocupados. Y ante la corrupción aseguró: “Vayan adelante en la limpieza de la propia alma, de la ciudad, del barrio”.
Por último, invocó a San Jenaro, el santo de la ciudad, “que les asista y cuide de ustedes. Bendigo su barrio”. Y en napolitano el Papa les dijo: “que la virgen les acompañe” ante el asombro jocoso de los residentes de Scampia.