Obispos de Nicaragua invitan a recobrar “el gozo de acercarnos a los demás” reconociendo siempre la centralidad de la persona humana en la vida social
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Con un mensaje intitulado La fe actúa a través del amor, los obispos de Nicaragua, reunidos en la Conferencia Episcopal Nicaragüense (CEN), han querido dar una reflexión de Cuaresma, “un momento oportuno para renunciar a los ídolos que esclavizan nuestro corazón, entenebrecen nuestra mente y debilitan nuestra voluntad para buscar el bien de los demás”.
Tras recordar que para Jesús lo que cuenta es la persona y que cada persona es digna, los obispos de Nicaragua invitaron a los fieles a recobrar “el gozo de acercarnos a los demás”, reconociendo siempre la centralidad de la persona humana en la vida social.
El indicador de la indiferencia
“Actualmente percibimos con preocupación que en nuestro país vamos perdiendo poco a poco el sentido de las personas y estamos permitiendo que por el desinterés y las ambiciones desmedidas, por intereses egoístas y mezquinos o por miedo, la realidad social se nos esté yendo de las manos”, escribieron los obispos nicaragüenses en obvia alusión a las discusiones y violencias que ha despertado la construcción del Canal Interoceánico por una empresa de capital chino.
Para enfrentar estos problemas, hay que prestar atención “a tanto sufrimiento e injusticia, a través de diálogos francos y transparentes, aportando soluciones y comprometiéndonos a favor del bien común”.
Acto seguido, los prelados centroamericanos hicieron una lista de sus preocupaciones: la indiferencia; el olvido del bien común en la práctica política, la ilegalidad, la corrupción, la poca sensibilidad de los gobernantes y de la sociedad “ante la protesta y el dolor de tantas personas, entre ellos, ancianos, obreros, mujeres, jóvenes y campesinos, quienes claman justicia ante la violación de sus derechos”.
“Nos estamos acostumbrando a actos de represión y de violencia criminal con claros matices de terrorismo -que han enlutado y puesto en zozobra a muchas familias y comunidades de zonas rurales-, los cuales han quedado en una alarmante impunidad debido a que la policía y el ejército, cuya presencia muchas veces más bien crea pánico e inquietud entre la población, no han sabido dar una explicación aceptable de los hechos”, denunciaron los obispos de la CEN.
El Canal Interoceánico en perspectiva católica
En referencia al Canal Interoceánico, los obispos de Nicaragua han dicho que si este megaproyecto que afectará tan radicalmente la convivencia humana y el ambiente natural del país, quiere ser una verdadera obra de progreso a favor del bien común de Nicaragua, “debe llevarse a cabo con visión de nación, con fundamento científico y perspectiva de desarrollo sostenible”.
Frente a las declaraciones del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega Saavedra, en el sentido de que el Canal es el medio más rápido para sacar a Nicaragua del atraso y la pobreza, los prelados nicaragüenses pidieron tener presente que si bien es cierto que la riqueza puede crecer en términos absolutos, también puede hacer que aumenten las desigualdades sociales.
“La misma historia enseña que salir del atraso económico, algo en sí mismo positivo, no soluciona necesariamente la problemática compleja de la promoción del ser humano, que puede, no sólo volver a ser víctima de antiguas formas de explotación, sino de nuevas formas de crecimiento económico injusto, marcado por desviaciones y desequilibrios a causa de intereses geopolíticos y corporativos, que no se interesan ni por el derecho ni por la dignidad de las personas y de las comunidades”.
Recordando las palabras del Papa Francisco han dicho que “el dinero debe servir y no gobernar” a Nicaragua y concluyeron diciendo que cuando la riqueza se vuelve un dios, cuando hay personas y grupos que se aferran al poder por ansias de riqueza, cuando la situación política se acepta sumisamente y no se cuestiona aunque sea injusta, (…) la sociedad se corrompe y se deshumaniza”.
Por ello, los obispos de la CEN terminaron pidiendo vivir esta Cuaresma como un camino de liberación interior para ser capaces de amar con generosidad y eficacia, con misericordia y ternura, para poder superar la tentación de la indiferencia y del egoísmo ante el dolor ajeno.