Es interesante escuchar lo las personas piensan del ayuno, ya que de sus contestaciones y reticencias indican la eficacia catequética de la Iglesia. En este sentido, creo que la eficacia no es demasiado positiva. Veamos algunos de las contestaciones que he me he encontrado en estos días:
- a) El alimento no es un bien que esté al alcance de todos. De hecho, todos los días mueren miles de personas de hambre. Las sociedades desarrolladas han conseguido que el alimento se considere como algo esencial y se intenta que esté al alcance de todas las personas. Comer es bueno: ¿Qué sentido tiene privarnos de comer?
- b) En un mundo en que el alimento no tiene sentido religioso alguno. ¿Qué sentido tiene privarnos de comer? Mejor hacer un trabajo solidario, que siempre será más útil a la sociedad
- c) Hay formas más eficaces para “hacerme sufrir” que dejar de comer. Si me privo del uso del móvil, whatsapp o internet, me duele más que dejar de comer durante unas horas. ¿Qué sentido tiene privarnos de comer?
En resumen: ayunar parece que está fuera de la lógica, lo que es totalmente cierto. Cuando ayunamos no estamos haciendo un acto natural, sino sobrenatural. Hacerlo es una “locura” que difícilmente se comprende si tenemos los pies bien pegados a la tierra.
“No se alaba el ayuno en aquel que reserva el estómago para una orgía. Algunas veces son invitados, los hombres, a un banquete y queriendo asistir con hambre, ayunan” #SanAgustin (Comentario al Salmo 43,16).
Los seres humanos somos seres simbólicos. El ayuno es mucho más que dejar de comer unas horas o comer menos. Al dejar de comer, lo primero que sentimos es la necesidad de comer, y nos damos cuenta de que somos dependientes del pan que Dios nos da cada día. Después, tras unas horas con cierto apetito, aparece la debilidad. ¿Estamos débiles? Nos sentimos tal como somos, dependientes de la mano de Dios, ya que nuestras fuerzas se reducen y nuestra concentración se vuelve imprecisa y volátil.
Después pueden aparecer molestias como dolores leves de cabeza o molestias articulares. ¿Dónde quedaron nuestra capacidad, fuerza y lucidez? ¿No nos sentíamos autosuficientes y llenos de vitalidad hace unas pocas horas? Nos damos cuenta de que la Gracia de Dios lo es todo en nosotros. Simplemente estamos hechos una piltrafa por no comer unas horas.
El ayuno es una escuela de humildad que nos viene bien vivir de vez en cuando. Con el ayuno buscamos reconocernos tal somos y encontrarnos con la humildad que tanto necesitamos. Nada somos sin Cristo. Gracias Señor por el pan que nos das cada día.