Una sonrisa es a veces más misericordiosa que un billete de gran valor
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¿Limosna? ¿No está eso ya está pasado de moda? La limosna podría entenderse como un tipo de vasallaje denigrante, que los desfavorecidos tienen que aceptar para poder comer. ¿Cómo es posible que la Iglesia indique la necesidad de dar limosna cuando existe la solidaridad, la filantropía, el voluntariado?
Solidaridad, filantropía, voluntariado, son palabras modernas. Limosna es más antigua, está en el Evangelio. Las palabras evangélicas tienen una fuerte carga de amor, cercanía, afecto y compromiso. Las palabras modernas hablan de exterioridades que son importantes, pero que quizás no llegan a transformarnos.
Muchos dan la limosna exteriormente, y, sin embargo, no la dan interiormente; éstos son los que quieren aparecer misericordiosos por ambición o por algunas otras miras temporales (San Agustin, Sermón de la montaña 2, 2, 9).
¿Cuál es el objetivo de la limosna? ¿Dar al que no tiene? Cierto, es un objetivo importante, ya que aliviar el sufrimiento de un hermano siempre es bueno, pero la limosna es más que eso. Conlleva mover un elemento humano: misericordia, y uno sobrenatural: donarse.
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¿Por qué dar limosna?
Aunque compartir los bienes terrenales sea bueno, Cristo quiere algo más. Quiere que la persona se comparta. Quiere que se comparta lo que cada uno es, con sus talentos.
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¿Cómo dar limosnas cuando no se tiene mucho dinero?
Esto no quiere decir que el dinero y los bienes ayuden a quienes lo necesitan, pero además de esto, se trata de aportar ese algo más recibido de Dios.
El problema es que solemos ser tremendamente avaros con los dones que Dios nos ha dado. Si somos inteligentes, utilizamos la inteligencia para nuestro provecho. Si somos buenos comunicadores, buscamos rendimiento de este don.
¿Por qué no compartir estos dones? ¿No es eso lo que Cristo pide al invitar a negarse a uno mismo?
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Dar una limosna te hace más rico
El reto cristiano es aportar a la sociedad lo que las ONGs, colectivos sociales y asociaciones no pueden dar: sobrenaturalidad. ¿O se nos ha olvidado que el Reino de Dios no es de este mundo?