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“¡Alto a los corruptos!”, piden los obispos de México

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Jaime Septién - publicado el 18/02/15
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Son siempre los pobres quienes pagan el precio de la corrupción de los políticos, de los empresarios y de los eclesiásticos que descuidan su deber pastoral

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En un duro comunicado el Consejo Permanente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) ha condenado la corrupción que campea en todos los niveles de la política y de la economía en México, previo a las campañas políticas que llevaran, el próximo mes de junio, a la celebración de las elecciones intermedias en el país.

La corrupción favorece la violencia

“Como ciudadanos y como pastores, los obispos de México, al igual que muchos compatriotas, sentimos gran preocupación por el presente y por el futuro de nuestro País, que, entre otras cosas, se ve aquejado, desde hace muchos años, por el grave mal de la corrupción”, dicen los prelados mexicanos al iniciar el comunicado que ha tenido gran repercusión en medios nacionales.

Recordando la exhortación postsinodal “Iglesia en América”, los obispos mexicanos, encabezados por el presidente de la CEM, el cardenal de Guadalajara, monseñor José Francisco Robles Ortega, señalaron que la corrupción “favorece la impunidad y el enriquecimiento ilícito, la falta de confianza con respecto a las instituciones políticas, sobre todo en la administración de la justicia y en la inversión pública, no siempre clara, igual y eficaz para todos”.

En sintonía con el Papa Francisco, los obispos mexicanos subrayaron que “son siempre los pobres quienes pagan el precio de la corrupción de los políticos, de los empresarios y de los eclesiásticos que descuidan su deber pastoral”.

Desde hace cinco años, en el Mensaje “Que en Cristo Nuestra Paz México tenga vida digna”, los obispos mexicanos afirmaron que la corrupción es una forma de violencia que, “al inocularse en las estructuras de servicio público, se transforma en delincuencia organizada, ya que de manera descarada se impone «la mordida» como condición a los ciudadanos para recibir un beneficio o servicio gratuito”.

Reformas legales y morales

Para hacer frente a este gravísimo mal –opinaron los obispos de la Comisión Permanente de la CEM– se requieren múltiples acciones conjuntas. Entre ellas, la reforma de leyes y la creación de instituciones que, de forma integral, coordinada y en tiempo real, prevengan, identifiquen, investiguen y modifiquen situaciones o condiciones que propicien la corrupción; sancionen oportunamente a los corruptos y hagan realidad el resarcimiento de los daños causados. 

Para los prelados mexicanos “es necesario que las posibles reformas constitucionales y legales susciten un Sistema Nacional Anticorrupción, conformado por organismos autónomos que, gozando de independencia, profesionalismo, confiabilidad, facultades y recursos, incluyan en su rango de acción a todos los órganos del Estado a nivel federal, estatal y municipal, sin olvidar a los poderes judiciales federal y locales, así como a los órganos constitucionales autónomos”.

También recomendaron que dentro de estas reformas no queden fuera las formas de impunidad relativas al  “fuero” del que gozan algunos servidores públicos y que podría hacer naufragar el sistema entero si es utilizado como “escudo” de impunidad. 

Además, los obispos de la CEM estuvieron de acuerdo en que se vuelva a plantear en el país la figura del “juicio político” tanto en sus sujetos como en los supuestos que lo pueden originar, ya que actualmente existe demasiada discrecionalidad y laxitud. 

“Es indispensable que el combate a la corrupción no sea usado con fines de persecución política o de revancha mediática. Cualquier acto de corrupción amerita por sí mismo todo el peso de la ley”, terminaron diciendo en su mensaje los obispos mexicanos.

 

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