Emma Morosini viajó hasta el norte argentino para caminar esa distancia hasta el santuario de la patrona de la Argentina; ha peregrinado en circunstancias similares hasta Lourdes, Guadalupe y Fátima
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Una rápida búsqueda en la aplicación de Google para conocer las distancias entre las ciudades haría desistir a cualquiera. Sin embargo, Emma Morosini, italiana de 91 años, ya superó la mitad del camino para unir la provincia de Tucumán, al norte de Argentina, con el santuario nacional de Nuestra Señora de Luján, a pocos kilómetros de Buenos Aires. Son 1.200 kilómetros, unas 250 horas, según estima el buscador.
No es la primera peregrinación de más de mil kilómetros de Emma. Hace 23 años, gravemente enferma, los médicos le dijeron que no habría esperanza para ella. “En esas circunstancias, le prometí a la Madre de Dios que si me recuperaba tendría que ir a Lourdes”, expresó en una entrevista a un diario polaco, en una de sus peregrinaciones a Jasna Gora.
Es que la peregrinación a Lourdes, cuando tenía 70 años, conmovió a Emma. En aquella ocasión caminó hasta el santuario en Francia desde su casa, en Castiglioni Siviere, en Mantua, norte de Italia. Desde entonces, ha emprendido caminatas de más de mil km hasta Fátima, en Portugal, en Tierra Santa, en Brasil, y también hasta Guadalupe, en México.
De lunes a sábado, arranca su caminata a las seis de la mañana, y camina cuatro o cinco horas. A lo largo del camino, se le acercan curiosos y también vecinos conmovidos por su peregrinaje. Algunos le alertan, como la policía de Tucumán, por la inseguridad. Pero ella camina con su valija y un paraguas.
En sus peregrinaciones, Emma no camina los domingos. Ese día lo dedica a la oración y, por supuesto, al descanso. Por eso los sábados prioriza encontrar un hotel. El resto de los días, con un cuarto o incluso al aire libre se ha sabido arreglar.
“Soy feliz caminando”, declaró a una radio cordobesa camino a Luján. Ya lleva un mes y medio de peregrinación por la banquina de la ruta 9. En el camino cumplió 91 años, el 8 de enero. Ese día una familia la recibió e incluso le hizo una torta.
Tanto sacrificio, ¿Para qué? “Para la Virgen, por la paz en el mundo, la juventud y por todas esas familias que hoy están divididas. Muchos están separados, algunos conviven pero no son esposos, o no tienen hijos. Es muy triste”, declaró al diario cordobés La Voz.
En la tierra del Papa Francisco confesó además que le gustaría conocerlo cuando regrese a Italia. Pero aún le queda un largo trecho. Unas 100 horas de caminata sola con su chaleco naranja, su carrito que le ayuda a impulsar una maleta, sus 91 años y, el motor de todo, su inquebrantable fe.