3 formas simples de vivir la pureza (con una oración para rezar ante alguien que te atraiga)La sociedad actual vive un cambio de valores e ideales que nos coloca en un mundo inestable. Nuestro prójimo es visto más como objeto sexual que como hijo de Dios. ¿Qué le dices a una mujer u hombre atractivo? “¡Guau, qué hija de Dios!”, “¡Guau, qué hijo de Dios!”… Es más común oír: “¡Guau, qué mujerona! ¡Guau, qué tipazo!”.
Es fundamental entender que la lujuria comienza en la mirada, luego va al pensamiento y, finalmente, llega al corazón. “Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón (Mt 5,28). Por lo tanto, el pecado no empieza solamente en el acto en sí, con la fornicación, sino también en la mirada maliciosa.
Por eso, tres consejos para vivir la pureza en la actualidad:
1. Purificación de la mirada
Al mirar a una mujer u hombre que llame tu atención, no tapes tus ojos, sino aprende a verla(o) como hija(o) de Dios. El pecado no está en la mirada, sino en permanecer mirando hasta el punto de desearla(o). Haz una breve oración:
“Señor, ¡he aquí una obra admirable a mis ojos! Alabo tanta belleza y pido que ella (él) sea santa(o). Amén”.
2. Purificación del pensamiento
Como consecuencia de mirar sin la decisión de vivir la pureza, los pensamientos comienzan a fantasear y los deseos conscientes e inconscientes van dirigiendo a la persona. Por eso, después de mirar, intenta no quedarte pensando en esa “bella imagen” con la que te topaste. Rompe tus pensamientos cuando vuelvan, piensa en otras cosas. En caso de que permanezcas pensando, habla con Dios y entrégale tu lucha por ser un auténtico cristiano.
3. Purificación del corazón
El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que “la purificación del corazón es imposible sin la oración, la práctica de la castidad y la pureza de intención y de mirada” §2532.
O sea, necesitas romper con la pornografía, con el sexo antes del matrimonio, con las orgías y todo lo que hiera tu pureza. Es cuestión de decisión y lucha contra las malas tendencias y las pasiones de la carne. Reza con el salmista:
“Crea en mí, oh Dios, un puro corazón” (Sal 51 (50), 12).
Si quieres vivir la pureza en nuestros días, asume estos tres consejos como meta diaria para tu vida. Es necesario entrenarse para alcanzar esta virtud.
“La pureza del corazón nos alcanzará el ver a Dios: nos da desde ahora la capacidad de ver según Dios todas las cosas” (cf. CIC 2531).
Yo quiero vivir la pureza. ¿Y tú?