El fiscal que había denunciado a la presidenta Cristina Kirchner apareció muerto horas antes de declarar en el Parlamento. Revelaciones y desmentidas revisten de tensión el clima en la Argentina. La oración por la patria que los obispos piden rezar.
Nuevas voces se suman al reclamo por el certero esclarecimiento del fallecimiento del fiscal Alberto Nisman y la continuidad de su investigación. La Corporación de Abogados Católicos de la Argentina compartió en un comunicado su “estupor” y “enorme preocupación” por la muerte violenta de quien días antes había denunciado a la presidenta Cristina Kirchner y su canciller Héctor Timerman por encubrimiento en la causa AMIA.
Los Corporación asevera que no es posible “aislar el hecho de las circunstancias por las que atravesaba el funcionario público con relación a las tareas a su cargo y que lo llevaran a formular una grave denuncia contra las autoridades más altas del Poder Ejecutivo”. Asimismo, insta a “redoblar la práctica de las virtudes de la paciencia y la esperanza, basadas en que la justicia ha de triunfar al final del camino”.
“En momentos en donde parecen avasallarse los valores democráticos y republicanos de nuestra Nación, instamos a que tanto la tarea iniciada por el Dr. Nisman como las circunstancias de su muerte, sean continuadas y conducidas con la responsabilidad y seriedad que la circunstancias exigen, dejando de lado toda posición política”, completan los abogados católicos.
Según publicaron varios medios de comunicación argentinos por estos días, el fiscal desde hace tiempo recibía numerosas amenazas por su investigación, que incluso le llevaron a manifestar su preocupación a varios allegados por la integridad de sus hijas. Para su seguridad, el fiscal contaba con un equipo de la Policía Federal como custodia personal.
Sin embargo, la custodia de turno el fin de semana de la muerte demoró más de diez horas en contactar con el fiscal. Tampoco funcionaban correctamente los sistemas de seguridad del moderno edificio en el que vivía, por lo que pese a que las primeras pericias científicas dan a entender que se trató de un suicidio, muchos dudan de ello.
El gobierno argentino rechaza tajantemente la denuncia de Nisman, y adjudica su contenido a maniobras del Servicio de Inteligencia para perjudicarlo. De acuerdo el fiscal, Cristina Kirchner dirigía la operación para la firma de un documento de entendimiento que permita establecer canales comerciales con Irán a cambio de la introducción de un mecanismo jurídico complejo que desvíe la investigación de los iraníes señalados con responsabilidad en el atentado a la AMIA.
Según se expresa desde el gobierno, tanto los contenidos de la denuncia como la misma muerte del fiscal son responsabilidad de una operación de inteligencia para perjudicarlo.
Ayer, al rechazar artículos periodísticos que responsabilizaban al gobierno o lo criticaban por su accionar, el Jefe de Gabinete Jorge Capitanich rompió en trizas dos páginas del diario Clarín. Mientras tanto, la comunidad judía, y la sociedad argentina en su conjunto, suman un número a las 85 muertes ocurridas en 1994 en el atentado investigado por Nisman.
Ante este clima de crispación, incertidumbre, sensación de impunidad, varios obispos argentinos han llamado en sus mensajes a la oración. De hecho, en el último mensaje del Episcopado del que ya dimos cuenta en Aleteia, se invita a rezar la oración por la Patria, invitación que ya ha sido acogida por comunidades en todo el país.
La oración por la Patria, primero dada a conocer en momentos de tensión social en el año 2001, es ya un patrimonio de la Iglesia argentina al que se acude en momentos de tensión y trascendencia institucional.
La oración, que incluso ha sido adaptada en otros países, dice así:
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Nos sentimos heridos y agobiados.
Precisamos tu alivio y fortaleza.
Queremos ser nación,
una nación cuya identidad
sea la pasión por la verdad
y el compromiso por el bien común.
Danos la valentía de la libertad
de los hijos de Dios
para amar a todos sin excluir a nadie,
privilegiando a los pobres
y perdonando a los que nos ofende,
aborreciendo el odio y construyendo la paz.
Concédenos la sabiduría del diálogo
y la alegría de la esperanza que no defrauda.
Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor,
cercanos a María, que desde Luján nos dice:
¡Argentina! ¡Canta y camina!
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Amén