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Irak: Cómo protegimos de los yihadistas el patrimonio cristiano

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Sylvain Dorient - publicado el 30/01/15
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Dos religiosos lograron poner a salvo valiosos documentos destinados a ser destruidos por el Estado Islámico

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Uno, el padre Najeeb Michaeel, es iraquí, radiante y vestido con hábito blanco, informa la National Public Radio. El otro es el padre Columba Stewart, un tejano grande y seco, vestido de negro y con unas gafas con montura negra. Ambos son religiosos dominicos.
 
En el extrarradio de Erbil, visitan a los cristianos que se refugian en los inmuebles en construcción. Estos exiliados reciben diversas ayuda de urgencia de la Iglesia y de ONG: alimentos, platos, mantas, etcétera. Muchos salieron de sus casas el verano pasado únicamente con la ropa puesta.
 
Pero la misión de los dos dominicos se guarda en secreto, en una casa aislada cuya localización debe permanecer oculta, que contiene manuscritos, libros sagrados y archivos que pudieron salvarse durante la huida ante el autoproclamado Estado Islámico.
 
Una misión secreta: ¡Salvar los escritos!
 
Los sacerdotes no estaban más a salvo que el resto de la población, recuerda La Obra de Oriente, y tuvieron que huir dejándolo todo tras ellos. Muchas órdenes religiosas perdieron así sus bibliotecas.  
 
Pero gracias a la perspicacia del padre Michaeel, que había visto venir la amenaza, una parte del patrimonio cristiano iraquí pudo salvarse.
 
En plena insurrección islamista en Mossul en 2008, los dominicos llevaron silenciosamente su biblioteca a la localidad de Qaraqosh. Y nuevamente fue desplazada en 2014, justo antes de que la organización Estado Islámico tomara la ciudad.
 
Es un bien inestimable: los religiosos dominicos estaban presentes en Mosul desde 1750 y habían acumulado varios miles de antiguos manuscritos.
 
El padre Michael explica su partida, a escondidas, a las cinco de la mañana, tan discretamente como se lo permitió su gran camión cargado de libros. Atravesamos tres barreras sin problema y creo que la mano de la Virgen María nos protegió”, recuerda.
 
“Para que todo esto no desaparezca”
 
Además de la biblioteca de los dominicos, los dos religiosos tienen la custodia de registros, libros y manuscritos: en total, unas 50.000 obras. Una parte de ellas está escrita en siriaco, una variante de la lengua aramea, que hablaba Jesús.
 
El destino que estaba reservado a estas obras si los yihadistas de Daesh las descubrían dejaba poco margen de duda. El joven “califato” se ha distinguido por su falta total de respeto hacia todo lo que constituye la historia iraquí.
 
Se recuerda, entre otras cosas, la destrucción de la tumba del profeta Jonás, lugar venerado tanto por los cristianos como por los musulmanes. También destruyeron una puerta monumental asiria que databa del siglo VIII antes de Cristo.
 
Estas obras representan, entre otras cosas prohibidas, rostros y “profetas del islam” y para los terroristas debían quemarse.
 
Los dos religiosos que tienen la custodia de este tesoro no ocultan que temen la desaparición pura y simple de los cristianos de Irak. Intentan salvaguardar su cultura antes de que desaparezca, entre otras cosas catalogando las obras para que el mayor número posible de personas tenga acceso a ellas.

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