“¡Ustedes han sido escogido por el Señor para hacer grandes cosas!”
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El Papa Francisco alentó a los jóvenes a no perder nunca la esperanza en “construir una civilización del amor”. Además, les invitó a compartir "la vida, el pan y la utopía" e indicó que los discípulos de Cristo se reconocen por sus obras.
El Pontiífice envió el 21 de enero una carta a los participantes de la 11ª Reunión de la Pastoral Juvenil Nacional de Brasil. Dirigiéndose a la Secretaría Nacional (de la PJN), Aline Ogliari, y a los miembros del Comité Consultivo Nacional, Alberto Chamorro, el Pontífice reflexionó sobre la cita bíblica: "Maestro, ¿dónde vives? ¡Pasen y vean!"(Juan 1, 38-39).
Así, animó a los jóvenes a seguir siendo la gran esperanza de la Iglesia y testimonios de la vida cristiana, a pesar de lo que se diga, los jóvenes están llenos de “compromiso, lealtad y alegría” aseguró.
En la carta instó a los participantes a "no perder nunca la esperanza y la utopía", porque "ustedes son los profetas de la esperanza”.
En primer lugar, el Papa saludó a todos los jóvenes y adultos brasileros reunidos en Manaos, Estado de Amazonas, del 18 al 25 de enero en el Colegio La Salle. La asamblea de pastoral juvenil se desarrolla bajo el lema: "En la unión de las aguas es que compartimos la vida, el pan y la utopía".
El Papa aludió a las preguntas de la vida juvenil. "¿Qué es lo que quieres de la vida? ¿Qué sentido le das al tiempo? ¿Cómo vives cada instante en tu historia personal? ¿Qué esperas del futuro? ¿Cómo puedo aportar al bien de todos? […] Cada uno de nosotros podrá seguir la lista sin dificultad…” escribió.
Cualquier pregunta tiene una respuesta. “Pasen y vean”. “La repuesta de Jesús es como un modelo y la pedagogía para todos los peregrinos de la verdad. Y les ayuda a permanecer en su compañía. Les permite ‘modelarse’ a la manera de ser del Maestro. Los discípulos más tarde serán enviados en misión”. Y por lo anterior, ahora se nos invita a vivir con él, compartir su vida, acoger su penetrante mirada, para dejarse atraer y "apropiarse" de la experiencia más gratificante, que corresponde a los anhelos más profundos del corazón humano” escribió Francisco.
El Papa presentó a los jóvenes la imagen del maestro (Jesús) que enseña a sus discípulos a seguir la misión: curar a los enfermos, dar de comer al hambriento, vivir y compartir con alegría sincera, ser guiados por el amor universal y generoso que Dios tiene para nosotros, acoger a los más débiles y ser fuentes de vida”.
Asimismo, invitó a los jóvenes a ir a todos “los ángulos de la tierra” para anunciar “la sublime vocación de todo ser humano”, cuidar de la dignidad de su cuerpo (y de toda persona), para construir relaciones basadas en la regla de oro "todo lo que quieras para ti, hazlo a los demás", para reconocer que sólo la civilización del amor es la mejor manifestación de la vida, que sostiene la sociedad y cambia, de igual manera, “la cultura” y “la vocación de toda la humanidad”.
Por último, les interpeló a jugarse la vida por grandes ideales. “Apuesten por grandes ideas, grandes cosas. ¡El Señor no los eligió para pequeñas cosas, sino para grandes cosas!”.