Cada vez más mujeres embarazadas y los padres tienen apoyo y acceso a la información correcta
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Augusto Del Noce, a partir de su libro Il suicidio della Rivoluzione de 1978 (El suicidio de la Revolución), nos explica esa desembocadura paradójica, esa particular heterogénesis de los fines por la cual “el cumplimiento de la revolución coincide con su suicidio”.
En marzo de 2010 el presidente Obama firmó una orden ejecutiva con la cual, en actuación de su reforma sanitaria (la Obamacare), se financiaba en el estado de Pennsylvania, entre otras cosas, un programa de “seguro de alto riesgo”, igual a 16 millones federales, con el que se debería haber cubierto también el aborto. Parece que no fue de esa manera (la heterogénesis de los fines…).
Al menos, según refiere en LifeNews.com el periodista Steven Ertelt, por las estadísticas recientemente publicadas por el Departamento de Salud, en Pennsylvania “los abortos han bajado a los mínimos históricos”. En 2013, de hecho, el porcentaje de los abortos sobre el número total de los nacimientos cayó un 7%.
“Al mismo tiempo en que las informaciones y las ayudas a favor de los nacimientos se volvieron disponibles – comentó Micaiah Bilger, dirigente de la Pennsylvania Pro-Life Federation (La Federación Provida de Pennsylvania) -, los centros que practicaban abortos comenzaron a cerrar y cada vez más mujeres son acompañadas a escoger la vida”.
Las tecnologías están volviendo cada vez más evidente a todas las mujeres que, incluso en las primeras semanas, y hasta el momento de la concepción, esa vida que llevan en el vientre no es, de hecho, un “grumo de células”, como quisieran los médicos abortistas y los militantes pro-choice.
Los últimos aparatos de ultrasonido, por ejemplo, permiten cada vez mejor a madres y padres darse cuenta como ese “producto suyo de la concepción” sonríe, salta o chupa alegremente el pulgar. Y luego, a pesar de las campañas a favor del aborto, en Pennsylvania en 2013 las complicaciones relativas a la intervención hipócritamente llamada “interrupción voluntaria del embarazo” saltaron a casi el 22%, según el Informe del Departamento de Salud.
Las mujeres tienen todo el derecho de conocer en profundidad los riesgos vinculados al aborto y a las intervenciones abortivas, incluido el síndrome post aborto que es incluso censurado en los manuales médicos.
Además, como el mismo Bilger ha reivindicado, a cada gestante se le deben presentar las alternativas reales que, el sistema público le ofrece y, “gracias a los centros para el embarazo de Pennsylvania y “a los programas Alternativos al Aborto” disponibles en nuestro estado, cada vez más mujeres embarazadas y los padres tienen apoyo y acceso a informaciones correctas”.
Quien sigue los acontecimientos provida de Estados Unidos, recuerda que Pennsylvania, es ese estado en el cual un médico abortista fue asesinado en 2009 durante una celebración en la iglesia luterana a la que asistía. O en el que fue condenado, en 2013, por tres homicidios en primer grado, un homicidio involuntario y más de doscientas infracciones de la ley que regula el aborto en Pennsylvania, el médico Kermit Gosnell, cuyo monstruoso acontecimiento dio vida al best seller llamado “Gosnell’s Babies” (Los bebés de Gosnell).
La ley vigente en Pennsylvania establece que el aborto está permitido hasta la vigésima cuarta semana de embarazo, pero un minuto después, como se ve, no se va a la ligera.
Quizá no es casualidad que, el actual presidente de la Conferencia Episcopal Americana, el arzobispo Joseph Kurtz, sea precisamente natural de Pennsylvania. Ex obispo de Louisville, llegó a Roma como delegado en el Sínodo de Obispos sobre la Familia, explicitó su primera esperanza y expectativa: restablecer la confianza y confidencia con el pueblo estadounidense para que todos puedan tener un matrimonio fecundo y una familia unida.
Y, sin hacerse demasiadas ilusiones sobre los números de los abortos, añadió respondiendo a una entrevista a la agencia Zenit: “Espero que la gente no se vuelva objeto e instrumento de las estadísticas que pueden ser manipuladas aquí y allá. Las personas son más importantes que las estadísticas. Y la gente necesita recuperar la esperanza.
El arzobispo, por su plurianual experiencia de consultor familiar, concluyó con una frase que, nos parece, sea el mejor comentario a la noticia (naturalmente no fue ofrecida por nuestros medios) de los abortos a los mínimos históricos en Pennsylvania: “las familias son bendecidas por el nacimiento de los niños. Los padres aman a sus hijos y quieren lo mejor para ellos. Tenemos que trabajar y construir sobre ese amor. Por lo tanto, existen cosas muy positivas allá afuera. Espero que la gente comprenda este mensaje”.