El observador permanente de la Santa Sede ante la ONU en Ginebra apunta a Oriente Medio y a la República Centroafricana
La violencia no construye. Por tanto, de un conflicto jamás se podrá salir empuñando las armas. Lo reafirma el arzobispo Silvano Maria Tomasi, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas de Ginebra, quien traza un balance de las crisis internacionales que el Comité de la ONU para los Derechos humanos tiene bajo observación, de modo particular Siria, Irak y la República Centroafricana.
Según monseñor Tomasi afirmó a Radio Vaticano, “en el contexto internacional de Ginebra, donde la comunidad internacional se preocupa de casi todas las cuestiones prácticas que atañen a la vida diaria de la gente, las emergencias que más han llamado la atención son las de Oriente Medio, la cuestión del desarrollo, la libertad religiosa, las relaciones entre los países, especialmente la cuestión de los flujos migratorios, y las relaciones de una economía que coloque en el centro a la persona humana”.
“Para Oriente Medio hubo sesiones dedicadas especialmente por el Consejo de derechos humanos sobre Irak y Siria, pero esta preocupación se extendió también a África, con una sesión particular sobre la República Centroafricana", continuó.
"La preocupación que está en la raíz de estos esfuerzos, de estos intentos para encontrar un camino que conduzca a la paz, es la de no perder vidas humanas y la de no consumir todos los recursos que están disponibles en conflictos inútiles y dañinos, en lugar de utilizar estas fuerzas positivas para el desarrollo de la vida de los pueblos".
"En Oriente Medio, de modo especial, se ha evidenciado la necesidad de lograr un armisticio, no sólo para facilitar la ayuda humanitaria, sino también para garantizar la libertad a las personas a fin de que ejerzan sus derechos humanos de manera digna", explicó.
Este esfuerzo se ha traducido en acciones operativas, por ejemplo aquí, para tratar de sensibilizar a la opinión pública mediante la presencia de los patriarcas católicos de Oriente Medio, y de algunos obispos de las comunidades ortodoxas, para contar con un testimonio directo de la situación en el terreno, y para ver cuáles son los puntos fundamentales que se deberían afrontar para encontrar soluciones ecuánimes y constructivas”.
A la pregunta de si se siente esperanzado sobre estos temas para el nuevo año 2015, Monseñor Tomasi afirmó: “Como cristianos, siempre debemos ser optimistas, sabiendo que la Providencia guía la historia. Pero nos encontramos ante cierta falta de voluntad política que hay que resolver, sobre todo las situaciones de violencia, que se ve de modo evidente en varias partes del mundo, y especialmente en la región de Oriente Medio".
"La violencia no da ningún resultado constructivo -aseguró-. Debemos ir más allá de la mentalidad según la cual si hay dificultades y problemas, el único camino es el del conflicto violento para resolverlas".
"Hay otros medios: es necesario construir la confianza, para que se pueda hablar e individuar compromisos razonables que permitan a todas las personas, independientemente de su credo religioso y de su opinión política, convivir sin hacerse mal y creando una convergencia de esfuerzos en favor del bien común", propuso.
"Me parece que este es nuestro objetivo para el año nuevo, y se puede afrontar si ponemos el comercio de armas y los intereses de los diversos poderes en segundo plano, mientras en primer plano ponemos los intereses de las personas y sus justas aspiraciones”.
Por último, Tomasi habló del papel de la Santa Sede en este contexto: “La Santa Sede es un poco la voz de la conciencia en el contexto internacional. No somos un poder económico ni un poder militar: las alabardas de los Guardias Suizos no pueden hacer mucho contras las armas modernas, ni quieren hacerlo".
"Por tanto -añadió-, lo específico de la misión de la diplomacia pontificia es ser, precisamente, la voz de la conciencia que recuerda que los valores más importantes para el futuro común de la familia humana son la paz, el respeto recíproco y la solidaridad con los más necesitados”.
Por María Fernanda Bernasconi
Artículo originalmente publicado por Radio Vaticano