Lectio Divina para Adviento: dia 9

Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén

 18,12: ¿Qué les parece? Supongamos que un hombre tiene cien ovejas y se le extravía una: ¿no dejará las noventa y nueve en el monte para ir a buscar la extraviada?
  18,13: Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve no extraviadas.
  18,14: Del mismo modo, el Padre del cielo no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños. 

Una Parábola es un ejemplo tomado de la vida cotidiana. Jesús sabe que lo van a entender si en vez de dar un curso de teología del Antiguo Testamento, les explica con una forma sencilla, a través de lo que ellos viven.

La figura del pastor siempre estuvo presente en Jesús, de tal manera que Él es el Buen Pastor que da su vida por sus ovejas. Es posible que este relato haya sido algo que han vivido y conocen perfectamente. Los pastores entristecidos por la pérdida de una oveja, dejan las noventa y nueve custodiadas para ir en búsqueda de aquella perdida. Así es el Padre del cielo, no quiere que ninguno se pierda, sólo desea que encontremos el camino verdadero que es seguirlo a Él, y para los extraviados, la humildad de dejarse encontrar por el Señor.

Nos preguntamos para profundizar en nuestra vida estas palabras de Salvación:

1. ¿Me doy cuenta que Jesús está en búsqueda mía? ¿Cuál es mi actitud ante Él?
2. Tal vez mi vida es como un queso con agujeros grandes. No todo es queso. ¿Cuáles son esos agujeros en mi vida donde no he dejado entrar a Jesús? ¿Podré dejar que Él venga a llenar esos espacios donde quiere estar en toda mi vida completa?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero.

·       Gracias Señor por tu Palabra Salvadora, que viene a mí, a buscarme cuando estoy perdido.
·       Gracias porque no nos abandonaste, sino que nos buscaste hasta el final.
·       Señor, que nos dejemos encontrar por Ti.
·       Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Añadimos unas intenciones de oración.

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del texto para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón:

“el Padre del cielo no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños” (Versículos 14)

Y de esta forma nos ponemos en contemplación.

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Mi agradecimiento por creer en Jesús, se manifiesta con llevar la alegría cristiana a los demás. Que puedan conocer también a Cristo por mi alegría. Me propongo manifestar alegría.

Hno Ricardo Grzona, frp