De san Francisco de Sales: “Llevad conmigo por vuestra continua asistencia la criatura que has producido en mí hasta la hora de su salida al mundo…”
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
¡Oh Dios eterno! Padre de infinita bondad
que ordenaste el matrimonio
para multiplicar los hombres en la tierra
y poblar la celestial ciudad de la gloria;
y principalmente destinaste nuestro sexo a este oficio,
queriendo también que nuestra fecundidad
fuese una de las principales señales de tu bendición sobre nosotras:
Me postro ante la faz que adoro de tu Majestad,
dándote gracias por la concepción de la criatura
que te ha placido conceder dentro de mi vientre.
Mas Señor, pues así te ha parecido extender los brazos de tu providencia
hasta la obra que has comenzado,
favoreced mi embarazo con tu complemento
y llevad conmigo por vuestra continua asistencia
la criatura que has producido en mí hasta la hora de su salida al mundo.
Y entonces ¡Oh Dios de mi vida! Sé mi socorro
y con tu Santa Mano levanta mi flaqueza y recibe mi fruto
hasta que, como es tuyo por creación, lo sea también por redención,
cuando sea recibido el bautismo
y sea puesto en el seno de la Iglesia que es tu esposa.
¡Oh Salvador de mi alma, que en tu vida terrenal
tomaste tantas veces entre tus brazos a tantos niños pequeños,
recibe también a este y adóptalo en tu filiación
para que teniéndote por Padre,
santifique vuestro nombre y participe de tu reino.
Así ¡Oh, redentor del mundo, te ofrezco, dedico y consagro mi corazón
y lo entrego a la obediencia de tu mandamiento, al servicio de tu amor!
Y pues tu enojo sujetó a la primera madre de los humanos
con toda su pecadora posterioridad y tantas penas y dolores en el parto;
yo, Señor, acepto todos los trabajos
que quieres permitir que vengan en esta ocasión,
suplicándote solamente por el sagrado y alegre parto de tu inocente Madre,
me seas propicio para la hora del parto de esta pobre pecadora,
bendiciéndome con el hijo que has servido darme
con la bendición de tu amor eterno.
Y tú, Virgen María Santísima; querida señora y honor de las mujeres,
recibe en tu incomparable dulzura mis deseos y súplicas
para que agrade a la misericordia de tu hijo oírlas.
Así te pido, pues eres la más amable de todas las criaturas
y te lo suplico por el amor virginal que tuviste a tu amado esposo san José,
por los infinitos méritos del nacimiento de tu hijo,
por las santísimas entrañas que lo hospedaron
y por los sagrados pechos que le dieron leche.
Oh, santos ángeles de Dios, destinados a mi guardia
y a la del hijo que tengo en mis entrañas,
protegednos y conducidnos para que por medio de vuestra asistencia
podamos en fin llegar a la gloria de la que gozáis
para alabar y bendecir a nuestro común Señor y dueño
que reina por todos los siglos de los siglos Amén.
Oración de san Francisco de Sales (de sus Cartas espirituales)