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El Papa Francisco inaugura el año dedicado a los religiosos

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Aleteia Team - publicado el 30/11/14
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Carta Apostólica de Papa Francisco a todos los consagrados en ocasión del Año de la Vida Consagrada

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Papa Francisco es el primer pontífice religioso después de 182 años de Santa Romana Iglesia. El primer pontífice jesuita escribe una carta a los religiosos del mundo en ocasión del año de la Vida Consagrada que ha iniciado el 30 de noviembre y terminará el 2 de febrero 2016 con la fiesta de la Presentación de Jesús en el tempo. 

El mensaje llega después de la Audiencia del 27 de noviembre concedida a los participantes de la Plenaria de la Congregación para los Institutos de vida consagrada y la Sociedad de vida apostólica. 

Los objetivos del Año son los mismos propuestos por Juan Pablo II al inicio del tercer milenio, proponiendo de alguna manera las enseñanzas de la Exhortación pot-sinodale Vita consecrata, en la cuál se invita a recordar la gloriosa historia de los discípulos de Cristo y su misión en el tercer milenio.

La misiva también recuerda el 50 aniversario de la Constitución dogmática Lumen gentium  sobre la Iglesia y del Decreto Perfectae caritatis. Así, el Papa Francisco ha indicado los objetivos reiterados para este año para los religiosos. 

Pasado para mantener la identidad 

Para vivir plenamente año de la Vida Consagrada, aseguró el Santo Padre, es necesario mirar el pasado con gratitud, vivir el presente con pasión y abrazar con esperanza el futuro.

Francisco pidió a los consagrados de tener en cuenta el pasado no para "hacer arqueología o cultivar nostalgias inútiles" sino para “mantener viva la identidad" y fortalecer la unidad. 

El pasado también para salir de "incoherencias, fruto de las debilidades humanas, a veces quizá también el olvido de algunos aspectos esenciales del carisma”.

Presente para entender la realidad del Evangelio 

Observar el presente sirve para entender el Evangelio para la vida y las elecciones de cada día.  El Pontífice explica: “Jesús nos pide actuar, vivir sus palabras”. Además, "el Año de la Vida Consagrada nos interroga sobre la fidelidad  a la misión que se nos ha confiado", para debatir si las obras cumplidas "responden a cuanto el Espíritu ha pedido a nuestros fundadores”. 

"Vivir el presente con pasión -continuó- significa convertirse en expertos de comunión". En en este  sentido, agregó: "en una sociedad del enfrentamiento, de la convivencia difícil entre culturas diferentes, de la opresión sobre los más débiles, de las desigualdades", es importante ver "un modelo concreto de comunidad"  basado en "relaciones fraternas" respetando "la mística del encuentro”.

El Futuro está lleno de obstáculos pero no desanimarse 

En el realismo de Francisco están los problemas que enfrenta la vida consagrada: “La disminución de las vocaciones y el envejecimiento, los problemas económicos de la crisis financiera mundial, la internacionalización y la globalización, el relativismo, la marginación, la irrelevancia social…”

No obstante, pidió esperanza, la cual ”no se funda en números u obras, sino en Aquel en el hemos puesto nuestra confianza y para el que nada es imposible”.

El Pontífice recomienda "no cedan ustedes a las tentaciones de los números y de la eficiencia, y menos aún a la de confiar en las propias fuerzas". En la carta el Papa pone su atención a los jóvenes religiosos, que son el "presente", porque pueden dar "una contribución determinante con la frescura y la generosidad" de la vocación, y proyectada al futuro porque “pronto ustedes están llamados a tomar en sus manos la guía de la animación, de la formación, del servicio, de la misión”.

Cómo vivir este año de gracia 

En la parte sucesiva de la misiva, el Santo Padre pregunta: ¿Qué me espero en particular de este Año de gracia de la Vida consagrada?" Sobre todo, afirma, "que sea siempre verdadero que donde hay religiosos hay alegría". 

En este sentido aseguró "estamos llamados a mostrarque Dios es capaz de colmar nuestro corazón y de hacernos felices, sin necesidad de buscar más allá nuestra felicidad". 

Un alegría capaz de "la auténtica fraternidad vivida en nuestra comunidad" y persiguiendo el "don total en el servicio de la Iglesia, de las familias, de los jóvenes, de los ancianos, de los pobres”.

Precisamente recuerda que para enfrentar los males de la sociedad y del mundo san Pablo asegura: "Cuando soy débil, es entonces que soy fuerte”.

Alegría del Evangelio y la misión 

Entretanto, recordó a los religiosos que "la Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción", Por ende, ”la vida consagrada no crece si organizamos campañas vocacionales bonitas, sino si los jóvenes que nos ven se siente atraídos por nosotros, si nos ven hombre y mujeres felices”.

Una alegría para despertar el mundo y la misión. Así, la levadura para una sociedad inspirada en el Evangelio también se debe encontrar en “monasterios, comunidades, centros de espiritualidad, ciudadelas, escuelas, hospitales, casas-familia”.

Comunión fraterna y respeto recíproco 

El Papa no se cansa de pedir que el centro sea la comunión en las respectivas comunidades e  Institutos. De tal manera, ha pedido rechazar “críticas, chismes, envidias, celos, antagonismos que destruyen la comunión. Por otro lado, invitó a la comunión “plena en la acogida y la atención recíproca, la comunión de bienes materiales y espirituales, la corrección fraterna y el respeto de las personas más débiles”.

Posteriormente, esa comunión presente en el propio Instituto, se abre al exterior, considerando la relación entre personas de culturas diferentes y el don de la diversidad de los miembros. "¿No podría ser este Año la ocasión para salir con mayor valentía de los confines de los propios Institutos para elaborar juntos, a nivel local y global, proyectos comunes de formación, de evangelización, de intervenciones sociales?", indicó Francisco. Y confirma que así “la Iglesia puede curarse "de la enfermedad de la autoreferencialidad”.

Salir a las periferias 

Para ello pidió, salir de sí mismos, para ir a las periferias existenciales."Hay una humanidad entera que espera”, entre ellas "familias en dificultad, niños abandonados, jóvenes a los que se les embarga cualquier futuro, enfermos y ancianos abandonados, ricos saciados de bienes y con vacío en el corazón, hombres y mujeres en búsqueda del sentido de la vida, sediento de lo divino…".

El Año de la Vida Consagrada junto a los laicos

El Pontífice, en la tercera parte exhorta a los laicos que, junto a los consagrados pueden  compartir “ideales, espíritu y misión”.

Papa Francisco ha pedido al pueblo de Dios que "sea cada vez más consciente del don que es la presencia de tantos consagrados y consagradas, herederos de grandes santos que han hecho la historia del cristianismo”.

En la misiva ha indicado el Año de la Vida Consagrada como una oportunidad para reconocer “los dones recibidos y que aún recibimos”. 

Por último ha pedido a los pastores promover los distintos carismas, "apoyando, animando, ayudando en el discernimiento, haciéndose cercanos con ternura y amor a las situaciones de sufrimiento y de debilidad en las cuales puedan encontrase algunos consagrados". Todo porque "la belleza y la santidad" de la vida consagrada puedan resplandecer en toda la Iglesia”.

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