Esta semana, la publicación de varios artículos sobre el origen de Halloween han tenido una resonancia muy negativa entre algunos lectores, cosa que lamentamos. Sin embargo, en Aleteia tenemos la responsabilidad de publicar información fiable y contrastada, aunque ello lleve a incomprensiones.
Los historiadores discuten si las raíces de la fiesta son anteriores a la llegada del cristianismo a los países celtas. Voces muy autorizadas dicen lo contrario, como la del padre Grunow. Ahora bien, todos los historiadores coinciden en constatar que si había una fiesta anterior, ésta habría sido “bautizada” por la Iglesia, convirtiéndola en una grandísima oportunidad de evangelización.
Si Halloween fuera esencialmente una fiesta pagana o satánica, que pretendiera introducir el culto por lo oculto y la magia en la sociedad actual, seríamos los primeros en denunciarlo. Pero no es verdad. Y si no es verdad, no es verdad.
Halloween es una fiesta de origen cristiano aunque incorpora elementos paganos, como lo es el Carnaval, la Navidad, y tantas otras menos conocidas. Procede de la catolicísima Irlanda, donde se celebra y se sigue celebrando desde hace siglos. Ningún obispo católico irlandés ha dicho jamás nada contra Halloween, ¡y lo tienen en casa, desde siempre!
Ahora bien, ¿qué le sucede al Carnaval cuando se le quita la Cuaresma? Pues que se convierte en una fiesta desenfrenada llena de excesos y de culto hedonista, alejadísima de la fe. ¿Un cristiano la debe celebrar de esta forma? Por supuesto que no: pero ¿debe claudicar y dejar que la sociedad se apodere de ella y la deje irreconocible? ¿No tienen una responsabilidad los cristianos hacia su propia historia?
Es muy preocupante el aumento del esoterismo y del interés por lo oculto en la sociedad actual. Lo denunciamos constantemente en Aleteia. Ahora bien, ¿cuál es la mejor respuesta? ¿Cerrar la puerta y que vuelen fuera las brujas? ¿No sería la recristianización de Halloween, su vuelta a ser una fiesta del triunfo de la vida sobre la muerte, de la diversión inofensiva para los niños, de la santidad sobre el mal, una fuente de esperanza para nuestras sociedades tan desorientadas?
Quien se niega a celebrar Halloween porque le parece que es irrecuperable, o porque no quiere que se le imponga una fiesta culturalmente extraña, tiene una postura correcta y legítima. Quien quiere recuperar la fiesta en su sentido original, también. Quien dice que es una fiesta de origen satánico, está mal informado sobre su propia historia, y tiene el deber de informarse bien.
Es verdad que hay un aumento de la actividad satánica el 31 de octubre. También la hay, y mucho más, el Viernes Santo. Ya se ha descristianizado la Navidad. También Todos los Santos, el día de San Juan… Dentro de unos años, ¡podría ser la Pascua, convertida en una fiesta mágica y tenebrosa! ¿Vamos a dejar que nos la quiten?