El perdón y la reconciliación en Colombia son posibles
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Son muchos los pueblos colombianos que han sido víctimas de la violencia durante años y que en la actualidad aguardan con esperanza la posibilidad de pactar la paz definitiva.
Villavicencio es una ciudad colombiana, capital del departamento del Meta que cuenta con una población aproximada de 480.366 habitantes. Este lugar ubicado a 86 kilómetros al sur de la capital de Colombia, Bogotá, no ha sido exento de los ataques crueles de la guerrilla y los paramilitares. Desde los inicios su geografía ha propiciado el asentamiento de estos grupos armados dañando y causando hondas heridas en la vida de sus pobladores.
Un sueño hecho realidad
Villa Juliana es un lugar de Villavicencio que tiene una característica que muchos otros pueblos de Colombia quisieran alcanzar. Se trata de un barrio donde habitan sin problemas ni rencores algunos desmovilizados y sus víctimas: ex-guerrilleros, pensionados de la policía, reinsertados de grupos paramilitares, familias desplazadas, entre otros. Estos pobladores han entendido que la paz no es una utopía, es un anhelo del corazón de toda persona que se traduce en un sueño alcanzable pero que implica una cuota de sacrificio: apostar por el perdón en vez de la venganza; creer en el amor y no en el odio para convivir.
Del perdón a la reconciliación
María Eliza Chaparro, presidente de la Junta de Acción Comunal de Villa Juliana declaró para El Tiempo: “Acá vivimos muchas personas bajo esas condiciones y pese al sufrimiento y el dolor recibidos, hicimos una reconciliación con nuestro propio yo y tenemos la esperanza de que nuestro mundo será mejor y por eso estamos trabajando hombro a hombro para que podamos sellar esa herida”.
Ella siendo líder de su barrio ha comprendido que el proceso de perdón y reconciliación es una opción personal que no consiste en el olvido sino en asumir las heridas del corazón confiando en la sanación otorgada por Dios que restaura las relaciones con los otros. Sólo viviendo este proceso se hace posible una convivencia pacífica. Uno de los pobladores reinsertados compartió a El Colombiano: “Uno con el perdón de ellos logra vivir tranquilo y por eso en sus conversaciones ya no hablan de la guerra.” Estas personas que en su tiempo hicieron daño no son señalados en Villa Juliana, han sido acogidos por su comunidad. Y ellos mismos descubren que esta ha sido la clave: el dar otra oportunidad desde el perdón que nace del corazón.
Constructores de paz
Han sido más de 300 personas las que se han reunido con el objetivo de transformar el barrio, no sólo desde un plano estético sino con una intención más de fondo; hacerles comprender que hay que trabajar unidos para mantener los lazos de hermandad y para curar el dolor ocasionado por el conflicto armado.
Tres empresas (Pintuco, Fundación Orbis y Cemex) se unieron para darle a este Barrio la posibilidad de pintar de alegría y esperanza cada vivienda. Para esto ha sido necesario 1500 galones de pintura y más de 100 toneladas de concreto, junto con brochas y baldes que entre los habitantes han compartido para cambiar el color de su historia.
Finalmente, el presidente del grupo Orbis, Santiago Piedrahíta, dijo a El Colombiano: "Así les decimos que sí somos capaces de reconciliarnos y convivir".