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¿Cómo es el poder de Dios?

Aleteia Team - publicado el 23/10/14

Lo que Jesús quería decir con “me ha sido dado todo poder…” y su aplicación en la misión que encomendó a sus discípulos
Hace varios años, en un retiro dirigido por el Padre Chinchachoma a los seminaristas, éste pidió que un voluntario pasara junto a él en el estrado. Un joven, más bien delgado se atrevió y, tan pronto llegó al estrado el voluntario, el padre Chinchachoma lo sometió tomándolo de los cabellos.

La escena tomó por sorpresa a todos y no lográbamos entender a dónde quería llegar el expositor. Después de unos segundos, le preguntó a todos, sin soltar al sometido: “¿Dios es poderoso?”. Y acompañó la pregunta con algunas sacudidas de la cabeza del desdichado seminarista.

La voz general declaró que sí, pero el padre no soltaba aquella cabeza sometida. “¿De verdad que Dios es poderoso?” Repitió el padre… la respuesta ya no se produjo tan sonora… ¿A dónde pretendía llegar con aquella escena?

Por fin lo soltó y nos explicó: “cuando ustedes le dicen a cualquier joven que Dios es poderoso, la imagen que tienen de los poderosos es esta que yo mostré.Alguien poderoso en este mundo es quien te puede someter, golpear, meter en la cárcel y tú no puedes oponer resistencia…". 

"No digan, así como así, a los jóvenes que Dios es poderoso porque pueden crear falsas imágenes”. Más aún, el Señor Jesús también dijo: “los grandes de este mundo explotan a sus pueblos y se hacen pasar por bienhechores, que esto no sea así entre ustedes…”.
 
Pero hoy escuchamos al mismo Señor decir: “me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra…”. El poder de Jesús es pleno pero no se impone agresivamente, no es un poder que puede quitar la vida.

Jesús resucitado manifiesta el poder de estar vivo después de haber muerto y este parece ser el poder que desea ejercer al enviar a los discípulos. Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos… para que cumplan todo lo que les he enseñado.

Lo que enseñó y el mismo Jesús aplicó sobre sí mismo es que: “no hay mayor amor que éste, el dar la propia vida por los que se ama” (Jn 15,13) El poder que ejerce Cristo y que proclamamos como apóstoles de Cristo es el de dar vida que no está limitada ni siquiera por la muerte.
 
Esta es la buena noticia que diverge radicalmente del poder de los grandes de este mundo, que funda su fuerza en el temor de sufrir o morir.

Para concluir, es importante caer en la cuenta de que el mundo no solamente es amplio en el sentido geográfico, sino también está en constante expansión desde el punto de vista temporal, es decir, constantemente nacen nuevas personas a las cuales tenemos que evangelizar con esta buena noticia de la vida que vence a la muerte.
 
Artículo originalmente publicado por Desde la Fe
 

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