El Papa recibió a una delegación de ocho madres de víctimas de la tragedia ferroviaria porteña que en 2011 acabó con la vida de 52 personas. Una tragedia por la que siendo Arzobispo de Buenos Aires pedía llorar.
“Que no nos acostumbremos Padre a que para ganarse el pan hay que viajar como ganado”, rezaba en la homilía a un mes de la tragedia el entonces Arzobispo de Buenos Aires. Dos años y medio después de aquella mañana en la que 52 personas perdieron la vida un grupo de ocho madres de víctimas mantuvieron una audiencia privada con el Papa Francisco.
La delegación había sido elegida por el resto de las víctimas, que desde Buenos Aires siguieron con atención la jornada en el Vaticano. Por la mañana habían podido participar de la misa en Santa Marta, tras la que el Papa les adelantó la cercanía con un afectuoso saludo a cada una. Vestían la ya icónica camiseta con el reclamo de justicia.
La audiencia del Papa con la delegación coincidió con el día en que se decretó la quiebra de la empresa Trenes de Buenos Aires (TBA), a cargo del servicio cuando ocurrió la tragedia en la que se registraron, además, más de 700 heridos. Mientras avanza el juicio en el que están imputados, entre otros, los ex secretarios de Transporte de la Nación Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi, Francisco volvió a insistir en su reclamo de justicia. En un mensaje que Francisco envío a todas las víctimas durante el cálido encuentro insistió “rezo porque el juicio que están llevando adelante se haga con toda justicia y que la verdad aparezca”.
“Sabemos que detrás de esto hay responsables irresponsables, gente que no ha cumplido con su deber, no queremos pegarle por pegarle pero sí corregir su corazón porque su irresponsabilidad cuesta tan caro, no hay precio que pague una vida”, clamaba el entonces Arzobispo de Buenos Aires en la ya citada homilía a un mes de la tragedia, y reclamaba nuevamente un pedido que ya había hecho por la tragedia de Cromañón, una discoteca también de Once: “Pedimos la gracia de llorar en esta Ciudad, que como dije en otra ocasión, todavía no aprendió a llorar. No sabe llorar. Todo lo arregla con anestesia.”
Además, en febrero de este año, a dos años de la tragedia, el Papa había enviado una carta en la que volvía sobre la figura de los “responsables irresponsables”.