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¿El “Acento en la Misericordia” que propone el Papa es la solución a las guerras culturales?

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Catherine Ruth Pakaluk - publicado el 17/10/14

Balance del Magisterio con un mensaje de misericordia y de gracia

¿Qué pasa con las madres y el olor de sus recién nacidos? Un interesante estudio publicado el año pasado en “Frontiers of Psychology”, confirmando estudios anteriores, muestra que los olores son particularmente estímulos de comportamiento fuertes para las madres humanas y que, recíprocamente, “los niños son altamente reactivos a los olores maternales”. El reporte concluye que “los olores corporales pueden actuar como catalizadores” para el vínculo entre madre e hijo.

Es fascinante que el mismo Papa haya acentuado la maternidad de la Iglesia y que también le haya instado a “abrirse al olor del rebaño” (Evangelii Gaudium, 24). Dice que una iglesia evangelizadora “se arrodilla a lavar los pies”, “se compromete”, “acorta distancias”, “se humilla si es necesario”, “abraza la vida humana, y toca ‘el sufrimiento de la carne’ de los demás”.

¿Cómo puede la Iglesia volverse más así? Francisco cree que el camino es el camino de la misericordia. En el corazón de Evangelii Gaudium cita al Doctor Angélico para este efecto: “Tomás explica que, respecto a los trabajos externos, la misericordia es la más grande de las virtudes: ‘En sí misma, la misericordia es la más grande de las virtudes, visto que el resto giran alrededor de ella, incluso compensa sus deficiencias’” (EG, 37). Cuando él continúa con las consecuencias pastorales en este camino de misericordia, el Papa dice que “cuando hablamos más sobre las leyes que sobre la gracia” obtenemos unos resultados desequilibrados en donde nuestro mensaje deja de tener “la fragancia del Evangelio” (EG, 38-39).

Ahora, en un tiempo de casi confusión universal sobre Dios y los hombres, ¿cómo llevamos el mensaje de la gracia y la misericordia sin faltar a las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia? Porque existen aparentemente al menos dos dificultades con esto. La primera, la enseñanza a menudo es ofensiva en sí misma, especialmente cuando concierne a temas como el matrimonio y la familia. Simplemente describiendo lo que creemos parece un ataque a aquellos que viven diferente. La distancia se abre ásperamente entre nosotros cuando se supone que debemos fomentar un lazo maternal cercano. ¿Cómo podemos oler como el rebaño si éste huele al revés de la naturaleza humana?

Una segunda dificultad es que al hablar de la gracia y el perdón más que de las leyes parece que se corre el riesgo de abordar un problema de peligro moral en todo tipo de contextos ordinarios – ¿por qué no incluso en temas espirituales?
No existe una manera sencilla de explicar esto. La única cosa que podemos decir, con alguna seriedad, es que existe la terrible postura de dar por sentado la gracia: la gente en busca alimento sin pensar en Cristo crucificado.

Estas son preguntas difíciles. Por lo que en este sentido, el Papa nos empuja a resolver la dificultad – al estilo Newman – sobre evangelizar la misión de la Iglesia. Una “dificultad” es diferente de una “duda”. No existe la duda si se pregunta si una cosa puede hacerse. Pero tener una dificultad es preguntar en cambio cómo será hecha. Tal pregunta comienza desde la fe y cuestiona los medios. Una duda, en cambio, presupone los medios y cuestiona la fe.

Sospecho que esto es lo que Francisco espera del Sínodo – el duro ejercicio del camino de la misericordia aplicado a lo que podría decirse sobre la crisis humanitaria más apremiante de nuestros días: la epidemia del fracaso para vivir el matrimonio y la familia de una manera consistente con un auténtico florecimiento humano. Considera estas palabras del documento preparatorio de apertura para el Sínodo:

Este acento en la misericordia ha tenido un gran impacto incluso en asuntos relacionados con el matrimonio y la familia muy alejado de cualquier tipo de moralismo, confirma la perspectiva cristiana sobre la vida y abre nuevas posibilidades para el futuro, sin importar las limitaciones personales o los pecados cometidos. La misericordia de Dios es la apertura a la conversión constante y a una continua renovación (Prefacio, Instrumentum Laboris).

Estas palabras confirman la idea que el ejercicio de la tensión pastoral entre la ley y la gracia a través de la misericordia es precisamente de lo que trata el Sínodo. En esta clave, se podría proponer una analogía del siguiente tipo. Al igual que el Vaticano II propuso una postura de ecumenismo después de siglos de guerras religiosas, tal vez este explícito "acento en la misericordia" está destinado a remarcar la real y dolorosa guerra cultural de las últimas décadas – la "desintegración" que corresponde a los patrones de vida familiar más que a cualquier otro factor político o ideológico (Véase Lesthaeghe y Neidert para subrayar esto).

Podría ser que el Santo Padre es un revolucionario después de todo, en busca de un nuevo tipo de ecumenismo para sanar la división entre izquierda y derecha. Hemos crecido tan acostumbrados a ello que lo que podemos hacer ahora es escudriñar a través de nuestro prisma cansado de división – y ver el Sínodo en sí mismo a través de los mismos lentes cansados. Pero este no es un camino sabio. La Iglesia no puede entenderse a través de la categorías del caos humano. La Iglesia el único sustento fuera del caos – la única institución que puede creíblemente prometer un camino hacia la unidad.

Catherine Ruth Pakaluk es asistente de profesor de Economía en la Ave Maria University, Miembro de la Facultad de Investigación en el Stein Center for Social Research, y Miembro en Economía en el Austin Insitute for the Study of Family and Culture. Su investigación está centrada en las áreas de demografía, género, estudios sobre la familia, y economía de la educación y la religión. También trabaja en la interpretación y la historia del pensamiento católico social.
La Dra. Pakaluk hizo su doctorado en economía en la Harvard University en 2010. Vive en Ave Maria, Florida con su esposo Michael y sus siete hijos.

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