Entrevista con Jesús Martínez Carracedo, Director del Departamento de Pastoral de la Salud de la CEE
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Recuperar una mirada y un corazón como el de Jesús hacia la persona doliente. Ese era uno de los objetivos de las Jornadas Nacionales de Delegados de Pastoral de la Salud, clausuradas en Madrid el pasado día 25.
Se trataba de reflexionar y compartir experiencias para propiciar en este ámbito pastoral “otra mirada posible con un corazón nuevo”. Una mirada que no pase de largo ante los enfermos, lo cual, como reconoce el director del Departamento de Pastoral de la Saluda de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el sacerdote gallego Jesús Martínez Carracedo, no siempre ocupa el lugar que debiera en las prioridades pastorales de obispos, sacerdotes y laicos.
PREGUNTA: En la presentación de estas Jornadas, se invitó a “abrir nuestros ojos para descubrir dónde están hoy los enfermos, cómo están siendo acompañados y visibilizados en nuestra sociedad e Iglesia”. ¿Podría responderme usted mismo a estas preguntas?
RESPUESTA: En ocasiones se pretende dar respuestas teóricas a problemas antes de analizar la realidad. Nosotros, en las Jornadas quisimos, en primer lugar, echar una mirada a la realidad. Y percibimos cómo el 88% de los enfermos están en sus casas o centros sociosanitarios, mientras tendemos a situarlos en los hospitales. Caso llamativo es el de los enfermos mentales, donde tenemos al 30% de ellos en las cárceles. ¿Cambia algo la perspectiva del tema solo con conocer estos dos datos? Supongo que sí.
Al mismo tiempo, hoy se tiende a ocultar la parte sufriente de nuestras vidas, queriendo mostrar una aparente sociedad ‘feliz’; sin embargo, somos una sociedad medicalizada, con un consumo de fármacos en España muy alto. ¿Será que no estamos acompañando a muchas personas que están sufriendo en silencio o solas?
P: Han hablado también de “transformar el corazón” de personas e instituciones “para poner a los enfermos en el centro de las preocupaciones y las atenciones”. ¿Habían sido desalojados de ese lugar?
R: Por supuesto, aunque, siendo sinceros, más en el ámbito social que en el eclesial. Nuestra sociedad se vertebra en torno a los sanos, fomenta la juventud, la salud, y deja al margen –generalmente– a los débiles, a los que sufren, a los dependientes.
La Iglesia, especialmente a través de las órdenes religiosas, ha acogido a muchos enfermos. Su dedicación a tantos que se quedaban al margen y abandonados ha sido ejemplar. Aunque tenemos que seguir haciéndonos la pregunta cada día para seguir siendo fieles al Evangelio: Jesús pasó predicando, curando y, de vez en cuando, celebrando. La Iglesia como institución, nuestras diócesis y parroquias, ¿cómo reparten el tiempo y esfuerzos entre ellas? ¿No habrá un desequilibrio en esas tres acciones pastorales?
Revisen el plan pastoral de la diócesis, la agenda del obispo, del párroco o de un laico comprometido y seguramente se encontrarán con que lo que ocupa más tiempo y esfuerzos son celebraciones, predicación-catequesis y, finalmente, los enfermos; siempre en este orden. ¿Era este el orden de Jesús?
Artículo originalmente publicado por Vida Nueva