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¿Cómo debe comportarse un sacerdote que se siente “quemado”?

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Gelsomino del Guercio - publicado el 03/10/14
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La dedicación hacia los demás puede causar un fuerte stress. ¿Qué transforma la actividad evangélica en una actividad rutinaria?

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¿Qué es el agotamiento? ¿Por qué golpea particularmente a los religiosos? Y sobre todo ¿qué consecuencias tiene en la actividad pastoral? El profesor Giuseppe Crea, docente de psicología en la Universidad Pontificia Salesiana, autor del libro “Agio e disagio nel servizio pastoral” (ediciones Dehoniane) – (Bienestar y malestar en el servicio pastoral) explica a Aleteia síntomas y cuidados de una verdadera y propia patología difundida entre los sacerdotes.

Sobrecarga de dedicación

En líneas generales el agotamiento “es la forma de stess que golpea a aquellos que están muy motivados a ayudar a los demás – afirma el profesor Crea -. Esta dedicación puede volverse, con el tiempo, una sobrecarga, porque es como si se percibiera que esa ayuda no tiene final. Por ejemplo, el agotamiento pueden tenerlo los profesores que ayudan a los escolares, los bomberos que intervienen para calmar emergencias, los médicos que curan a los enfermos y los sacerdotes que deciden dedicar su vida al prójimo”.

Los riesgos que corre el párroco

Existe una marcada diferencia entre el stress de los párrocos y el de otras profesiones de “soporte”. “En el agotamiento de los sacerdotes existe un “empuje vocacional”, una dedicación que es una llamada carismática – subraya el docente de psicología – dado que en la base está este ideal, es difícil darse cuenta del cansancio que gradualmente conlleva.

La trampa que a veces bloquea a los presbíteros es precisamente este espíritu de dedicación tan particular, porque deriva de la llamada divina, porque es solicitado tácitamente por la institución, la Iglesia, porque las exigencias parroquiales son continuas en el arco de la jornada, porque se necesita preservar un espíritu colaborador con los demás sacerdotes para alcanzar resultados cada vez mejores”.

El timbre de alarma

Todo esto genera una presión mental que genera un fuerte stress, que no es comprendido. “Estos estímulos activan aún más el deseo de dedicarse a los demás. Si la persona no se da cuenta de algunas alarmas, su dedicación al prójimo, ya no se vuelve un servicio a los demás, sino exclusivamente algo que hace para sí mismo”.

LOS JÓVENES SACERDOTES

Antes de llegar a una fase final de la “patología”, generalmente se parte de una fase de celo inicial, de entusiasmo, “que en los sacerdotes es particular porque se sienten motivados más que otros a comenzar su recorrido de prestar servicio al prójimo. El riesgo lo corren mayormente los sacerdotes más jóvenes oprimidos por los encargos que reciben, por ejemplo la administración de más parroquias contemporáneamente. Puede suceder, sobretodo en estos más jóvenes, que las respuestas en la comunidad parroquial no sean aquellas previstas”.

Frustración y escepticismo 

Entonces estalla en el párroco un sentido de frustración porque advierte que su dedicación no encaja los resultados esperados. “En ese momento puede suceder que sea más frío con los fieles, se enoje más seguido con los demás puesto que los identifica como los responsables del poco éxito de su dedicación a ellos. Se habla – declara el experto – de “des-personalización”. Es como si se activara una descarga emotiva que te hace decir: “Los demás no me entienden”. Esto lleva a una progresiva “defensa emotiva del pastor”, que se llama precisamente “endurecimiento emocional”. Es decir, se aprende a sufrir menos por las respuestas de la gente que no están a la altura de las expectativas”.

Acción pastoral rutinaria

Esta actitud es típica del agotamiento porque consiente al trabajador de dedicarse a los demás sin temer la respuesta negativa. “El problema es que ya no existe esa parte empática, esa tensión inicial en la relación con los fieles. Se sirve al prójimo de manera rutinaria. No es casualidad que el Papa Francisco anime siempre a reavivar las motivaciones y la apertura hacia los demás. Intenta estimular a aquellos que continúan endureciéndose, ya sin el alma de la dedicación que había estimulado la puesta en marcha del sacerdocio”.

Cómo curar y prevenir el agotamiento

El profesor Crea cita a San Carlos Borromeo, que en una carta a sus sacerdotes los estimulaba, haciéndoles una pregunta: “¿Eres un pastor de almas? Entonces primero cuídate a ti mismo”. “Si el pastor no se recarga, de vez en cuando, corre el riesgo de ya no vivir el sacerdocio de la mejor manera – sentencia el docente de la Universidad Salesiana – deben existir tiempos de descanso, de formación permanente, de colaboración con los demás hermanos para escandir mejor el recorrido sacerdotal. Si no existen, entonces se desencadena el agotamiento, este stress que transforma la actividad de evangelizador en una actividad rutinaria y falta de verdaderos estímulos”.

 

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