Esta mañana tengo cita en el hospital para ir a hacer unas pruebas radiológicas a dos de mis hijos, comprobaciones rutinarias tras las últimas revisiones. Me han dado que pensar…
¡Cuánto nos preocupamos por estar bien por fuera! El espejo es imprescindible en nuestro alrededor para comprobar qué es lo que se ve, lo que otros van a ver. Pensamos que la mayor de las intimidades es vernos desnudos frente a él, sin percatarnos que el cuerpo, por muy desnudo que esté, es nuestra carta de presentación exterior. Nos rodeamos de modas, estilos, colores, marcas, cremas, tatuajes, depilados… porque, al final, nos preocupa que lo que otros vean sea lo que nosotros queremos. Es más, nos preocupa que lo que vemos nos guste a nosotros mismos. Y, ciertamente, no está mal.
Llega el fin de semana, comienza el otoño. Yo ya tengo en mente buscarme un retiro espiritual para este año. Lo más peligroso para la salud, también para la espiritual, suele ser invisible. Vale la pena hacerse una "radiografía" de vez en cuando. Luego puede ser demasiado tarde.