François y Anne Schiedts escogen el suicidio asistido con la ayuda de uno de sus tres hijos
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La aplicación de la ley sobre la eutanasia y suicidio asistido en Bélgica se enriquece con un nuevo capítulo llamado “abusos”. La historia es la de François y Anne Schiedts, (de 89 años el primero, 86 la segunda) que, después de 63 años de matrimonio, han decidido morir juntos por “miedo al futuro” (Avvenire, 29 septiembre).
Estas son las palabras pronunciadas por los esposos en la web de Moustique, revisa belga que ha publicado hace pocos días una entrevista a François y Anne, antes del 17 de junio pasado, fecha de su muerte. François sufría cáncer de próstata, mientras que la esposa estaba casi completamente ciega del ojo izquierdo, sorda y con osteoporosis.
Suicidio “salvaje”
“Nuestra salud – afirma François – se deteriora día a día. En la esquina de la calle, a veinte metros de nuestra casa hay un pequeño supermercado. A lo mucho logro ir y venir. Es el deterioro de nuestras condiciones de vida lo que nos convenció, a mi esposa y a mí, para dejar este mundo”.
El hombre explica que ambos, al inicio, pensaron en hacerlo “como salvajes”: somníferos y una bolsa de plástico en la cabeza. Habían incluso determinado una fecha para el suicidio: el 3 de febrero del año próximo, día de su 64º aniversario de matrimonio. Cuando les dijeron a sus tres hijos, se quedaron bloqueados. (Il Giornale, 27 septiembre).
“Desde hace años pensamos en el hecho de querer morir juntos – explica Anne – Nos complementamos y tenemos necesidad el uno del otro. Si lo dejamos al destino, uno de los dos terminará solo. Es una preocupación que tienen muchos y con quienes hemos hablado nos han dicho: también a nosotros nos gustaría dejar este mundo así”.
La ayuda del hijo
Quien les ayudó a organizar su muerte, cuenta Tempi.it (26 de septiembre), fue uno de sus tres hijos, Jean-Paul que, una vez que conoció la voluntad de sus padres de suicidarse, cuidó de todos los aspectos relacionados con la petición de la eutanasia.
“Entiendo perfectamente la actitud de mis padres. Los apoyo, tanto a ellos como para nosotros, sus hijos, esta es la mejor solución. Si uno de ellos se muere, quien se queda estará muy triste y completamente dependiente de nosotros”: estas son las palabras con las que Jean-Paul ha justificado y animado a sus padres que pedían la muerte.
“Sin nuestro hijo y nuestra hija no lo habríamos conseguido”, comentaron François y Anne expresando su gratitud. Y explicando que al pensar en morir se sentían “no tristes sino felices”, recordaron su reacción a la noticia de que todo estaba predispuesto: “Cuando nos dijeron que habríamos podido dejar la vida juntos y fácilmente nos pareció volar sobre una nube: como cuando se sale de un túnel y de repente se ve la luz”.