La oración hecha con devoción adquiere la contemplación, afirma el obispo Gislon
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¿Cómo cambia nuestras vidas la Palabra de Dios? El obispo de la diócesis brasileña de Erexim, monseñor José Gislon realizó una reflexión, destacando que como pueblo de Dios camino a la casa del Padre, es importante alimentar nuestra vida de Fe con la Palabra de Dios, con el pan de la Eucaristía y con la oración.
De acuerdo con el prelado, sin estos alimentos tan importantes para el peregrino que desea un día vivir en la morada eterna, corremos el riesgo de irnos desanimando a lo largo del camino, hasta llegar el momento en que nuestra vida espiritual, debilitada por la falta del pan de la Palabra, del pan de la Eucaristía y la oración que fortalecen nuestra comunión con el Señor Jesús y con los hermanos, acabe muriendo.
"Visitando las familias en nuestras comunidades, he observado, que, prácticamente, todas tienen la Sagrada Escritura en sus casas. La Biblia, este libro sagrado que contiene la Palabra de Dios precisa ser leído y meditado. A través de la lectura y la escucha de su Palabra, Jesús nos transmite su experiencia pascual y nos da la fuerza de seguirlo con entusiasmo y generosidad", evalúa el obispo.
Monseñor Gislon resalta además que la Palabra de Dios también puede y debe ser meditada. Según él, el estar en el silencio, la meditación y la contemplación son partes importantes de aquel diálogo con Dios, porque ellas nos permiten ver más allá en la Fe.
Para el Prelado, este proceso se inicia con la lectura y la escucha de la Palabra de Dios, que toca nuestra vida espiritual, cuando dejamos que esta Palabra hable a nuestros oídos, pero también a nuestro corazón.
El obispo también alerta que empeñados en lo cotidiano de la vida, podemos encontrar que meditar y contemplar no pueden formar parte de nuestra vida, ya ocupada con tantas otras cosas; entretanto el Señor Jesús, que conocía los corazones de los que iban a su encuentro dijo: "Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste esas cosas a sabios y entendidos, y las revelaste a los pequeñitos" (Mt 11,25).
Para concluir, monseñor Gislon enfatiza que la lectura, la meditación y la contemplación son partes importantes para profundizar nuestro diálogo con Dios, pues la lectura sin la meditación es árida, la meditación sin la lectura está sujeta a errores, la oración sin la meditación es tibia, la meditación sin la oración es infructuosa, pero la oración hecha con devoción adquiere la contemplación.
"Que en nuestra peregrinación hacia la casa del Padre, podamos tener siempre el corazón abierto y disponible para acoger, meditar y contemplar la Palabra de Dios, presente en la Sagrada Escritura."
Artículo originalmente publicado por Gaudium Press