Con la presencia del cardenal Peter Appiah Turkson, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, de la Santa Sede, fue clausurado el Congreso Internacional “La Libertad religiosa en el siglo XXI, Religión, Estado y Sociedad”, organizado por el Consejo Argentino para la libertad Religiosa (CALIR). Por tres días, el Congreso congregó en Córdoba, Argentina, a conferencistas, ponentes y asistentes de distintas partes del mundo.
“No son los estados, ni las instituciones, ni los poderosos los que le otorgan al hombre el derecho a vivir, a practicar o a ejercer una religión (…) El derecho a la libertad religiosa surge de la propia dignidad de cada persona, y es uno de los principales derechos humanos, como el derecho a vivir y a trabajar, y debe ser respetado y promovido por los estados”, consideró el cardenal Turkson.
El congreso, que fue cerrado en el Teatro Real de la capital cordobesa, concluyó con una declaración final en la que el CALIR considera que “la libertad religiosa o de convicciones está íntimamente ligada a los principios de no-discriminación e igualdad ante la ley”, materia que, aseguran, los Estados deben proteger y con la que las religiones están llamadas a cooperar activamente.
La Declaración señala, además, el derecho a “cambiar de religión o convicciones”, y deplora “todo tipo de persecución que genere la violación de los derechos humanos fundamentales”, en especial “la persecución y masacre contra seres humanos que se perpetran invocando una fe religiosa, pretexto inadmisible y carente de todo sostén. La fe religiosa nunca puede justificar la violación de los derechos fundamentales de las personas”.
El CALIR apoya los esfuerzos por la faz y el repudio de las instituciones y las religiones a este tipo de persecuciones, y alienta “la gestión de los tribunales internacionales que previenen, investigan y eventualmente condenan a los responsables de los crímenes contra la humanidad cometidos por razones religiosas u otras creencias”.
Además, propone “a los gobiernos y a los organismos internacionales competentes avanzar en la aprobación de una convención internacional en el ámbito mundial o en áreas regionales, que proteja de modo eficiente la libertad religiosa y de conciencia”, y apuesta por la la educación permanente contra todo tipo de discriminación como "una herramienta esencial para promover la libertad religiosa".
Sociedad, Sistemas Políticos, y Derecho
El Congreso estuvo estructurado en tres ejes de trabajo: Libertad Religiosa y Sociedad, Libertad Religiosa y Sistemas Políticos, y Libertad Religiosa y Derecho. Durante varios meses y en universidades de distintas partes del mundo se convocó a la participación con contribuciones sobre estos temas a alumnos y profesores interesados. Participaron expositores de la Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, España, Estados Unidos, Israel, Italia, México, Polonia, Reino Unido y Uruguay.
Además, hubo representantes y referentes de distintas confesiones cristianas, y de las comunidades judía e islámica. Minorías religiosas, libertad de conciencia de los políticos, política desde valores religiosos, símbolos religiosos y espacios públicos, perspectivas de libertad religiosa en Europa, entre otras contribuciones con mirada histórica y prospectiva constituyeron el rico programa del Congreso cuya declaración final, en contextos de cruenta persecución de cristianos y otras confesiones en Irak y otros países, es rotundamente oportuna.