La situación de los iraquíes que huyen de la persecución es una tragedia de proporciones épicas, dice Caritas Irak
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La dura situación de los iraquíes que huyen de la persecución es una tragedia de proporciones épicas, dice Caritas Irak. Están trabajando con organizaciones de Caritas Internationalis para llegar a miles de personas necesitadas.
Más de 1 millón de personas han huido de sus hogares en el norte y el centro de Irak debido a que un grupo de extremistas musulmanes sunitas, que se autodenominan Estado Islámico, han tomado las provincias de Ninewa, Salah Al-Din y Diyala.
Muchos de los que han huido son cristianos, yazidíes y musulmanes shiítas. Ellos han sido blancos de ataques. En los puntos de control del Estado Islámico les quitan sus pertenencias. Han secuestrado a mujeres y niñas.
Los que han huido han llegado a Erbil, Duhuk y áreas aledañas sin nada.
“El mayor desafío es refugio. Muchas familias están viviendo a la intemperie. Carecen de artículos básicos. Las temperaturas superan los 45°C “, dijo Nabil Nissan, director ejecutivo de Caritas Irak.
Caritas Irak ha proporcionado víveres, agua, ropa de cama y suministros esenciales.
En la primera fase llegaron a 3.000 familias. Ahora, en la segunda fase, están socorriendo a 2.000 beneficiarios en Zakho y 3.000 en Duhok.
La escala del sufrimiento está doblegando los esfuerzos de socorro. Nabil Nissan no se deja abatir: “En esta crisis no cabe lugar para la desesperación. Necesitamos paciencia, esfuerzo y resistencia”.
El trauma emocional es muy fuerte, especialmente entre las minorías étnicas y religiosas que fueron blancos de los ataques.
“El shock al que se enfrentaron fue horrendo y tuvo un fuerte impacto negativo en su psicología”, dijo Nabil Nissan. “Imagínense lo que es que los obliguen a abandonar su casa sin poner llevarse nada para cubrir sus necesidades”.
Caritas Irak está trabajando activamente con el miembro de Caritas Catholic Relief Services, que dará formación al personal y voluntarios sobre el tratamiento de traumas y la construcción de relaciones pacíficas.
CRS y Caritas impartirán educación a los niños y los prepararán para los exámenes, al mismo tiempo que ayudarán a las escuelas con la afluencia de niños.
Kris Ozar, Director de programación de CRS en Irak y Egipto, envía esta carta sobre la crisis de los desplazados en Irak.
Estimados amigos y colegas:
Saludos desde Erbil, al norte de Irak. Les escribo desde un lugar y en un momento en el que miles de familias inocentes se enfrentan a una enorme necesidad.
El panorama a mi alrededor espantoso, como se podrán imaginar. Decenas de miles de personas – familias que apenas hace unas semanas vivían una vida tranquila, de clase media – ahora se encuentran durmiendo a la intemperie, atemorizadas, con muy pocos restos de la vida que construyeron, y haciéndose muchas preguntas en cuanto al futuro.
Miles de familias cristianas están durmiendo en los terrenos de las iglesias, hacinando el espacio y buscando sombra y ayuda en donde las haya.
Las necesidades son tan inmensas como básicas. La gente necesita ropa para cambiarse, han llevado puesto lo mismo durante varios días. Muchos edificios o escuelas en donde la gente se está quedando no tienen duchas. Las familias necesitan agua, víveres, jabón, colchas, colchones – mencionen algo, lo necesitan. Viven el día a día, con la esperanza de que va a llegar asistencia, pero preguntándose qué les depara el mañana.
Nuestras contrapartes católicas están trabajando sin descanso para ayudar. Han acogido a miles de familias en sus terrenos y están haciendo todo lo que pueden para brindarles a todos la asistencia que tienen disponible.
También deben saber que las comunidades iraquíes han salido en su ayuda, trayéndoles botellas de agua y comida caliente. La solidaridad que han manifestado las familias iraquíes es asombrosa. Pero lo que tienen para dar apenas toca la superficie.
Las condiciones en las que la gente está viviendo me recuerdan a los fuertes que yo construía con mis hermanos en los suburbios de Detroit: buscar un arbusto o un árbol, gatear a una pequeña área con sombra para escapar del calor, ver qué hay en los alrededores que podamos usar. Pero esto es muy, muy diferente a esa experiencia.
La situación se tornó especialmente personal el lunes. Yo estaba visitando un complejo de la Iglesia católica cerca de donde estoy viviendo en Erbil, cuando me quedé pasmado al encontrarme con uno de nuestros colegas de Caritas ahí, viviendo y durmiendo en el complejo con cientos de desplazados.
Unos días antes nos habíamos enterado de que las oficinas de nuestras contrapartes de Caritas en otras partes del país habían tenido que ser abandonadas debido a la violencia y que algunos de nuestros colegas de Caritas habían sido obligados a huir de sus hogares y sus pueblos. Estábamos muy preocupados por su paradero y su seguridad.
Y ahí estaba Bashar, protegiendo a su familia, incluyendo a cuatro niños, bajo un pequeño árbol. Este es un colega al que conocí en visitas anteriores, en mucho mejores circunstancias. Él me había recibido calurosamente a mí y otros colegas de CRS durante los últimos dos años, como compañero profesional, con un espíritu caluroso, en nuestra labor para ayudar a otros necesitados.
Y ahora está aquí, sin nada más que la ropa que lleva puesta, durmiendo en el suelo. Nos saludamos calurosamente y me senté junto a él cerca del pequeño árbol, todo lo que tienen como albergue ahora.
Me mostró en su teléfono un vídeo de las angustiosas 10 horas de viaje que tuvieron que realizar para llegar hasta aquí con su familia. Sus hijos dormían en el suelo junto a nosotros con tan sólo lo que llevaban puesto. A pesar de todo lo que Bashar está pasando, me trataron como a un invitado, ahí en el descampado. Hirvieron agua para ofrecerme té. Su hospitalidad fue tan generosa, que me recordó la gracia de la humanidad.
Bashar y las familias en este complejo de la Iglesia me preguntan: “¿A dónde vamos? ¿Qué hacemos?”. Yo les digo que hay gente en todo el mundo pensando en ellos, rezando por ellos y haciendo todo lo que podemos para ayudarlos. Y les digo que sea lo que sea, estaremos con ellos. Digo esto con toda confianza por el increíble apoyo, espíritu y alcance de nuestra familia CRS.
Por favor, tenga a Bashar y al pueblo iraquí en sus pensamientos y en sus oraciones. Ellos necesitan nuestra ayuda. Ellos rezan pidiendo ayuda. Se merecen nuestra humanidad.
Con mi más sincero agradecimiento desde Erbil,
Kris
Precisamente el presidente de Caritas Internacional, el cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga, ha enviado una carta de apoyo al patriarca de Babilonia de los Caldeos, monseñor Louis Raphael Sako y al presidente de Caritas Irak monseñor Shleimon Warduni.
La carta expresa profunda preocupación por la suerte de los cristianos, los yazidíes y otras minorías obligadas a huir de la ferocidad jihadista, y también por las “consecuencias que esta onda de violencia podría tener sobre el diálogo entre el islam y el cristianismo y sobre la coexistencia pacífica deseada y apreciada por la mayoría de los musulmanes y los cristianos en Medio Oriente y en todo el mundo”.
También elogia “el coraje y la firmeza demostrada por la Iglesia de Irak y todas las personas de buena voluntad frente a estos crímenes contra la humanidad”.
Recordando las palabras de Papa Francisco, “la violencia no se vence con la violencia, sino con la paz”, el cardenal Maradiaga se dirige directamente a los militantes del Estado Islámico para que detengan su atrocidad y trabajen para la construcción de sociedades “en las cuales todos los seres humanos, que pertenezcan a comunidades minoritarias o no, puedan vivir en paz”.
Finalmente hace un llamado a los líderes mundiales a fin de que sea garantizada la seguridad de las personas involucradas, sea devuelto el estado de derecho y se interrumpa el suministro de armas a los que cometen estos crímenes contra la vida y la dignidad humana.