El enviado personal del Papa se reunió en Bagdad con el presidente iraquí y le entregó una carta de Francisco
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El enviado personal del Papa Francisco a Irak, el cardenal Fernando Filoni, se reunió este martes en Bagdad con el presidente de Irak, Fouad Massoum, y le entregó una carta del Papa.
“El encuentro fue muy cordial –explicó a Radio Vaticano -. Yo estaba acompañado por el patriarca caldeo, monseñor Sako; el nuncio apostólico y monseñor Warduni. Entregué la carta del Papa al presidente iraquí, que responderá más tarde”.
El enviado papal explicó al presidente su experiencia de los últimos días en Irak y le resaltó que su visita no era política, sino humanitaria en nombre del Santo Padre, por lo que primero fue a Erbil y a Kurdistán, donde la situación es más seria y grave.
Respecto al sentir del Papa Francisco sobre lo que está ocurriendo en Irak, el cardenal Filoni destacó que “frente a una situación de urgencia tan grave, el Papa no escatima en la posibilidad de una intervención personal”.
De lo que ha visto en Irak, el representante del Papa afirma que “no se trata sólo de una tragedia para el pueblo iraquí, para nosotros los cristianos o para los yazidíes, sino de una situación que concierne a todos los hombres que llevan la humanidad en el corazón”.
“Pequeñas o grandes minorías, diferentes fes, diferentes religiones: no hay, para nadie, ninguna otra manera de pensar que la de decirse que todos estamos dotados de la misma dignidad humana, que debe ser salvaguardada, defendida y promovida”, declaró.
El Papa Francisco declaró, en la rueda de prensa en el avión que le llevó de vuelta a Roma desde Seúl, que le hubiera gustado estar en Irak y que está dispuesto a ir a ese país “si es posible”.
También expresó en esa ocasión la necesidad de detener al agresor injusto, aunque sin hacer la guerra ni bombardear. Preguntado por la repercusión de estas declaraciones en Irak, el cardenal Filoni destacó que “el Santo Padre no ha hecho otra cosa que manifestar la súplica de todos los cristianos, yazidíes y de todas las personas refugiadas que desean retomar el curso de su vida, su dignidad”.
En opinión del representante del Papa, “ahora, frente a una situación precaria hasta este punto –y querría decir tan dura-, creo que no se trata de guerra”.
“Nunca podemos estar a favor de la guerra, pero hay situaciones de conflictos en las que los más pobres (tengamos presente que nuestros cristianos no tenían armas, igual que los yazidíes) han sido expulsados de sus tierras, violentados en su dignidad, robados de sus familias,… entonces ¿podemos permanecer indiferentes? Entonces se trata de derechos que deben ser defendidos por toda persona de buena voluntad”, afirmó.
Y continuó: “Cada uno debe hacerlo según sus propias capacidades; el Santo Padre lo hace con toda su capacidad espiritual y moral; cada uno, a nivel civil, social, en puestos de responsabilidad, debe aportar su parte con el espíritu de que no se trata de hacer la guerra sino de salvaguardar el derecho de las poblaciones”.
“Si no intervenimos, entonces tendremos un genocidio –advirtió- y quizás después de unas semanas tendremos remordimientos, como ya ha pasado antes en algunas situaciones dramáticas en África, por no evocar situaciones más lejanas o que pasan todavía hoy en el continente africano”.
“No creo, por ejemplo, que la dramática situación de las aproximadamente 450 jóvenes secuestradas para sus familias sea un hecho que se quede ahí”, denunció.
Y añadió: “Son situaciones en las que cualquier podría pensar: “esta niña podría ser mi hermana, un miembro de mi familia…” ¿podría permanecer indiferente? ¿No haría lo que fuera para liberarla”.