Muchos pueblos lo usaban ya antes de Cristo con connotaciones religiosas
“El que quiera ser mi discípulo, tome su cruz cada día y sígame” (Mt, 16’24, Lc.9,23, Mr. 8,34 y 10,21). La cruz es el mejor símbolo del estilo de vida que Cristo nos ha enseñado.
San Pablo resumía el Evangelio como la predicación de la cruz (1 Cor 1,17-18). Por eso el Santo Padre y los grandes misioneros han predicado el Evangelio con el crucifijo en la mano: "Así mientras los judíos piden milagros y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos (porque para ellos era un símbolo maldito) necedad para los gentiles (porque para ellos era señal de fracaso), mas para los llamados un Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios" (1Cor 23-24).
Usos precristianos de la cruz como símbolo
En casi todas partes del mundo antiguo se han hallado varios objetos, que datan de períodos muy anteriores a la era cristiana, marcados con cruces de diferentes estilos.
El uso de la cruz como símbolo religioso en tiempos anteriores al cristianismo y entre pueblos no cristianos probablemente pueda considerarse como casi universal, y en muchísimos casos estaba relacionado con alguna forma de adoración de la naturaleza.
Es un hecho incuestionable, que en épocas muy anteriores al nacimiento de Cristo, y desde entonces en tierras no tocadas por las enseñanzas de la Iglesia, la cruz ha sido usada como símbolo sagrado.
Una de las representaciones más antiguas es la esvástica, o cruz gamada, que en diversas religiones, en especial el hinduismo, simboliza al fuego o al sol (por su rotación diaria), o al relámpago.
Otro símbolo relacionado a la cruz es el anjkh egipcio, símbolo de la vida, que posteriormente fue adoptado por los cristianos coptos en Egipto, quizás fusionando sus significados.
En la edad de bronce aparece en Europa una cruz parecida a la latina en diversos objetos, quizás con fines no sólo ornamentales sino también religiosos dado que es frecuente en los cementerios y lugares sagrados
Tiempos modernos
En la cristiandad, la cruz representa la victoria de Cristo sobre la muerte y el pecado, ya que según sus creencias gracias a la cruz Él venció a la muerte en sí misma y rescató a la humanidad de la condenación.
Los católicos, ortodoxos y coptos se persignan (hacen las señal de la cruz) moviendo su mano derecha y dibujando una cruz sobre ellos mismos, para iniciar sus oraciones y ritos cotidianos. La señal de la cruz ya era una práctica común de los cristianos en tiempos de san Agustín (siglo V).
Los obispos católicos, ortodoxos y anglicanos firman sus documentos anteponiendo una cruz (+) a sus nombres.
La cruz es el símbolo radical, primordial para los cristianos: uno de los pocos símbolos universales, comunes a todas las confesiones.
Durante los tres primeros siglos parece que no se representó plásticamente la cruz: se preferían las figuras del Pastor, el pez, el ancla, la paloma…
Fue en el siglo IV cuando la cruz se convirtió, poco a poco, en el símbolo predilecto para representar a Cristo y su misterio de salvación.
Desde el sueño del emperador Constantino, hacia el 312 ("In hoc signo vinces": con esta señal vencerás), que precedió a su victoria en el puente Milvio, y el descubrimiento de la verdadera Cruz de Cristo, en Jerusalén, el año 326, por la madre del mismo emperador, Elena, la atención de los cristianos hacia la Cruz fue creciendo.
La fiesta de la exaltación de la Santa Cruz, que celebramos el 14 de septiembre, se conoce ya en Oriente en el siglo V, y en Roma al menos desde el siglo VII.
Las primeras representaciones pictóricas o esculturales de la cruz ofrecen a un Cristo glorioso, con larga túnica, con corona real: está en la cruz, pero es el
Vencedor, el Resucitado.
Sólo más tarde, con la espiritualidad de la Edad Media, se le representará en su estado de sufrimiento y dolor.
En nuestro tiempo es la cruz, en verdad, un símbolo repetidísimo, en sus variadas formas:
—la cruz que preside la celebración, sobre el altar o cerca de él,
—la cruz procesional que encabeza el rito de entrada en las ocasiones más solemnes, y parece ser el origen de que luego el lugar de la celebración este presidido por ella,
—las que colocamos en las habitaciones de nuestras casas
—la cruz pectoral de los obispos, y el báculo pastoral del Papa. Basta recordar el magnifico báculo de Juan Pablo II, en forma de cruz, heredado de Pablo VI.
—las cruces penitenciales que los "nazarenos" portan sobre sus espaldas en la procesiones de Semana Santa,
—la cruz como adorno y hasta como joya que muchas personas llevan al cuello,
—y las variadas formas de "señal de la cruz" que trazamos sobre las personas y las cosas (en forma de bendición) o sobre nosotros mismos en momentos tan significativos como el comienzo de la eucaristía o el rito del bautismo.