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Ser párroco: una de las misiones más plenas y gratificantes de un sacerdote

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AICA - publicado el 04/08/14
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Mons. Arancedo invitó a valorar la misión del párroco en la Iglesia

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El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, recordó que el párroco es un pastor y no un funcionario, al escribir una reflexión por el Día del Párroco, que la Iglesia celebra en coincidencia con la memoria litúrgica de san Juan María Vianney. “Es el primer discípulo y misionero en su parroquia”, sentenció.
 
Monseñor Arancedo trajo a colación algunas ideas en torno al sacerdocio en la particular misión del párroco. Reveló que, al poner en ejercicio parroquial a un sacerdote, suele recordarle que contemple con ojos de fe y un corazón generoso la imagen de Jesucristo, el Buen Pastor.
 
“El Documento de Aparecida –agregó- lo dice claramente: «La primera exigencia es que el párroco sea un auténtico discípulo de Jesucristo, porque sólo un sacerdote enamorado del Señor puede renovar una parroquia. Pero, al mismo tiempo, debe ser un ardoroso misionero que vive el constante anhelo de buscar a los alejados y no se contenta con la simple administración».¡Cuánta riqueza y responsabilidad tiene su ministerio!”.
 
El arzobispo aseguró que la misión del párroco es “una de las tareas más abarcativas y fecundas” en la vida de un sacerdote. El prelado profundizó: “Cuando Jesucristo instituye la Iglesia sobre los apóstoles, nos deja en ella su presencia a través de su Palabra y los sacramentos. El párroco, en el ejercicio del ministerio de Cristo Pastor en su parroquia y capillas, cumple una misión única en la vida de la Iglesia. Ella debe ser valorada y asumida en primer lugar por el mismo sacerdote. Este es para él el camino eclesial de su plenitud y santidad: predicar la Palabra y celebrar la Eucaristía al servicio de una comunidad que la Iglesia le ha confiado”.
 
Monseñor Arancedo, agradeció y reconoció el trabajo que realizan los párrocos: “Quiero, como obispo, compartir con ellos la alegría de nuestra vocación al servicio del pueblo de Dios, siendo conscientes de nuestra pequeñez y riqueza. Debemos vivir con gozo y humildad la verdad de ser sacerdotes, porque no es obra ni mérito nuestro, sino del amor gratuito de Dios que nos ha llamado para ejercer el ministerio de Jesucristo al servicio de nuestros hermanos”.
 
Además, el arzobispo santafesino alentó a los fieles a acercarse a los sacerdotes para expresarles su reconocimiento y comprometer oraciones por sus ministerios
 
Artículo originalmente publicado por AICA 

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