¿Cómo conciliar el extremismo religioso con el respeto de los derechos humanos?Los atentados a la libertad religiosa son un dolor de cabeza para todas las confesiones. Una cara del problema es el tema de la libertad religiosa en el mundo islámico. La violencia y la represión del extremismo religioso quedan evidentes en la actualidad: Las niñas raptadas en Nigeria por el grupo armado Boko Haram; la cristiana Asia Bibi encarcelada desde 2009 en Pakistán acusada de blasfemia, el reciente nacimiento del estado islámico del Irak que ha desterrado a los cristianos de Mosul y les ha invitado a unirse al ejercito de salvación, sino están condenados a muerte o al exilio.
Papa Francisco ha explicado su gesto de recibir en el Vaticano a Meriam Yahia Ibrahin Ishak, la mujer símbolo de la persecución de los cristianos en el mundo, confirmando que existen millones de personas que sufren por su fe.
La primera evidencia ante esta ola de fundamentalismo es la violación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (10 de diciembre 1948) que consagran la libertad religiosa y la dignidad humana.
[Artículo 2. Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.]
Giulio Albanese, sacerdote experto en periodismo religioso, coincide con el cuestionamiento sobre si es posible llevar a la razón el islam fundamentalista que está atentando contra los derechos humanos, mientras la Asamblea General de la ONU mira por la ventana.
En un artículo publicado este 24 de julio en el periódico, Avvenire, Albanese constata que han sido pocos los países musulmanes que firmaron la Declaración de los Derechos Humanos vigente actualmente. Incluso la mayoría de países musulmanes que entraron después a la Asamblea de la ONU han hecho caso omiso de la Declaración, y no han ratificado sus artículos.
La tesis del profesor de periodismo de la Pontificia Universidad Gregoriana es que el fundamentalismo islámico hace parte de una evolución histórica aún incompleta a parangón de lo ocurrido en el Viejo Continente cristiano. Albanese trae a la memoria al “padre del reformismo islámico iraní, Ali Shari’ati” que hace cincuenta años dijo que el “Islam contemporáneo se encuentra en su XII-XIV siglo” que, en el mismo período, la historia europea no había visto la luz de la reforma protestante y la reforma católica”.
“Según Shari’ati para superar la Edad Media islámica (aunque la Edad Media cristiana no fue una época oscura), los musulmanes no pueden saltar de un momento al otro "cinco o seis siglos, para llegar de repente a la cultura moderna. ´Tenemos que reformar el Islam – escribió el intelectual iraní – por lo que es la fuerza motriz para la liberación de nuestra sociedad todavía atrapada en una dimensión social tribal, es decir, la Edad Media del Oriente, mientras que hoy es el instrumento utilizado por los reaccionarios para impedir el progreso y el desarrollo social” aseguró.
Albanese no hace indulgencias a Occidente que hace poco por la defensa de los derechos humanos abdicando a la conveniencia política o económica. “Los países occidentales han hecho poco o nada para ayudar a la sociedad civil musulmana para salir de la inmovilidad y apoyar políticamente y financieramente a los intelectuales del islam moderado”.
Ahora, el reformismo en el islam en general es un tema complejo, como lo es también el problema interno de la disputa entre el chiismo y el sunismo. En este sentido, la interpretación de las palabras de Shari’ati pueden también ser resultado de un momento histórico diverso al actual. De todos modos queda latente la necesidad de cambio para salir de cualquier forma de violencia.
Por último, es posible que la reforma del Islam – como aseguró Shari’ati – muerto en 1977 en Inglaterra, oficialmente por un infarto, pero con la sospecha de haber sido eliminado por la policía secreta del Shah – podría asegurar una separación entre religión y política. División elemental para defender los Derechos Humanos y garantizar a todo hombre y mujer además la libertad religiosa.