Cómo darte cuenta y superarlo
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
La independencia, festejada en este mes de julio, es un concepto que trasladado a la psicología existencial nos lleva a pensar en nuestros valores y prioridades.
Pensemos en el valor de la autonomía emocional junto con el de la relacionalidad. Todos ambicionamos la autonomía emocional, nos libera de la desagradable experiencia de vernos manipulados por personas que, conscientes o no, nos chantajean afectivamente.
Al mismo tiempo, todos deseamos estar vinculados afectivamente con los demás; el cariño recíproco, la mutua inspiración del encuentro son elementos de felicidad y realización que no estamos dispuestos a perder.
Somos difíciles de entender, aparecemos contradictorios, deseamos autonomía y al mismo tiempo vínculos intensos en nuestras relaciones.
Para comprender esta aparente contradicción es necesario distinguir las relaciones malsanas de codependencia causadas justamente por la falta de autonomía, de la sana relacionalidad que sostiene y desarrolla el propio ser individual autónomo. En psicología se habla de la dependencia emocional.
Los dependientes emocionales poseen una autoestima deficiente, un sentimiento continuo de soledad y una insaciable necesidad de afecto que les conducen a buscar personas explotadoras, que los maltratan y no les corresponden.
Los rasgos de sumisión del dependiente se combinan con el sadismo del manipulador autoritario. Se crea un estrecho vínculo en el cual se fijan los roles y la relación se estereotipa. Será siempre idéntica.
Existe también otra patología relacionada con la pérdida de la autonomía: la adicción al amor. Sus síntomas son similares a aquellos de los trastornos de abuso de sustancias, tan parecidos que han justificado su denominación de “adicción”.
Se los describe como necesidad irresistible de tener pareja y de estar con ella; priorización de la persona objeto de la adicción con respecto de cualquier otra actividad; preocupación constante por acceder a ella en caso de no encontrarse presente (“dependencia”); sufrimiento que puede ser devastador en caso de ruptura (“abstinencia”), con episodios depresivos o ansiosos, pérdida aún mayor de autoestima, hostilidad, sensación de fracaso, etcétera.
En síntesis, detrás de grandes pasiones amorosas puede esconderse el drama de la esclavitud.
Para salir de estas dependencias se recomienda buscar tiempo de soledad en el que descubramos nuestro verdadero valor y fortaleza.
Una relación sana, en cambio, tiene una rica interdependencia y es fuente y al mismo tiempo realizadora de autonomía. Este concepto viene esclarecido por un breve texto lleno de sabiduría de Chiara Lubich, fruto de una experiencia mística.
Así expresa ella su vivencia de estar vinculada con todos y con todo: “Sentí que fui creada en don a quien me está cercano y quien me está cercano fue creado por Dios en don para mí. (…) En la tierra todo está en relación de amor con todo: cada cosa con cada cosa. Es necesario ser el Amor para encontrar el hilo de oro entre los seres”.
En este texto podremos reconocer la humildad como conciencia del propio valor (autonomía), nacido de la relación.
En la primera parte: “Sentí que fui creada en don a quien me está cercano”, advertimos la conciencia de grandeza y unicidad en el “ser para los demás”. En la segunda parte: “y quien me está cercano fue creado por Dios en don para mí” notamos la conciencia de la necesidad del otro y en el recibirlo, el perder la centralidad del propio ser; pero siendo el otro un regalo esperado pero no exigido por la necesidad se evita la codependencia.
Por otro lado, siendo el otro regalo de Dios, y por lo tanto no Dios, queda fuera toda tentación de idolatría.
Según Chiara Lubich el sentido de las relaciones es el amor. O dicho de otra manera, el amor hace comprender el tipo de relación que desarrollo con el otro.
Un ejercicio práctico
Les propongo un ejercicio. Así como una nación piensa las relaciones positivas o no que ha desarrollado con las otras naciones y con el mundo, y los intercambios que le posibilitan enriquecerse y enriquecer; investiguemos nuestras relaciones y el amor que en ellas está contenido.
Busquemos un lugar tranquilo, un tiempo a disposición, lápiz y papel. Les propongo seguir una guía: Pensemos en las personas que amamos según distintas relaciones (conyugal, hijos, padres, amigos, compañeros de trabajo, etc.). Podemos acompañarnos de sus fotografías. En mis relaciones con ellos y con cada uno…
1. ¿Descubro la esencia de estas personas, su unicidad y originalidad? Puedo definir la esencia de sus personas con pocas palabras. Puedo repetirme esta pregunta a medida que voy conociendo a cada una. Una persona permanecerá siempre como un misterio para mí, que develo y me sorprende en cada encuentro (el don de amor que el otro es para mí).
2. ¿Me hacen descubrir algo de mí que desconocía? Lo expreso con pocas palabras (el don de amor que soy).
3. El amor me hizo salir de mi encierro. ¿Qué egoísmo superé gracias a esa persona?
4. Viktor Frankl escribe en su libro Homo patiens: “…aunque suene a paradoja: las cosas valen para ser sacrificadas. El sentido sacrificial constituye el verdadero valor de las cosas. Y lo que determina en última instancia el precio de una cosa es su posible destino para algo superior”.
5. Me pregunto: ¿Qué sacrifiqué por esa relación?
6. Me propongo comunicar en algún momento estas reflexiones a las personas que amo.
Espero que se hayan sorprendido en la reflexión que puede servir de camino, para que dentro de relaciones honestas de verdadero amor superemos las dependencias afectivas.
Artículo publicado por Ciudad Nueva Argentina