Los niños y jóvenes provienen de 27 países, cinco menos que las naciones del Mundial. Pero aquí, todos son ganadores.
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Si hay lugar en el mundo capaz de alojar y contener a 500 niños y jóvenes de entre 9 y 16 años es la Mariápolis Lía, ciudadela del Movimiento de los Focolares en O’Higgins, provincia de Buenos Aires. Del 14 al 21 de julio se congregan allí representantes de los cinco continentes, provenientes de 27 naciones. ¿El objetivo? Ante todo, un taller internacional donde se formarán en la cultura de la fraternidad y participarán de un “Laboratorio del mundo unido”.
Fueron los mismos niños participantes del evento similar en 2012 en Italia, quienes pidieron que se repita cada dos años y en un continente distinto. La dinámica de esta primera etapa que tiene lugar en O’Higgins involucra “profundizar las raíces y los objetivos que inspiran el proyecto sustentado en el paradigma de la fraternidad, afrontar las características del diálogo y juntos buscar respuestas para construirlo, y realizar dinámicas de intercambio de experiencias de los distintos países, sobre ecología, economía, política, deporte, estudio y los diversos campos de interés de los chicos”, explican los organizadores.
El entorno natural brindado por esta ciudadela enclavada en el centro de la provincia de Buenos Aires, con campo para donde se le mire, un amplio auditorio, capillas para la oración, y dos grandes y cómodos sectores para su alojamiento es ideal para el trabajo y la convivencia de los niños.
La segunda semana, el taller da lugar a una experiencia en alguna iniciativa social animada por el espíritu de la unidad que caracteriza al movimiento de los Focolares, en alguna ciudad latinoamericana. Escuelas, centros comunitarios, casas del niño, hogares para ancianos serán destino de estos niños y jóvenes del 21 al 27 de julio.
El plan de trabajo con los niños involucra una intención de generar el compromiso de ir hacia la periferia, una noción que pareciese estar inspirada en el magisterio del Papa Francisco. Sin embargo, es una dimensión del amor cristiano que está muy arraigada desde siempre en el espíritu del Movimiento fundado por Chiara Lubich, como explicaron a este cronista desde la organización.
Los “Chicos por un mundo unido”, como se denomina a esta rama del movimiento de los Focolares, muestran que es posible la convivencia bajo la regla de oro: Haz a los demás lo que querrías que te hagan a ti. Poco que ver con el espíritu que muestran los adultos en experiencias como el Mundial, donde los cánticos y las burlas al rival fueron moneda corriente.
Clara, una de las participantes de la Argentina, valoró especialmente el “aprender a relacionarnos con gente que no conocemos”. Entre otros conoció a Ronald, de Irlanda, que “cree que el proyecto es fantástico”, y evidentemente no le teme al invierno en la región pampeana. Por su parte, Juan Pablo, de México, explicó que el laboratorio del mundo unido que viven en esta experiencia es una representación del mundo y “queremos ver si esta forma de trabajar con el amor entre nosotros puede funcionar en el mundo”.
Los participantes provienen de: Alemania, Argentina, Austria, Australia, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Corea, Costa Rica, Cuba Ecuador, Estados Unidos, El Salvador, Francia, Italia, Irlanda, Japón, Kenia, Malta, México, Nueva Zelandia, Paraguay, Perú, Suiza, Uruguay, Venezuela.
Acompañados por adultos que los guiaron en el viaje, y están atentos a sus necesidades, estos niños celebran los 30 años de la fundación de los “Chicos por un mundo unido” el 19 de julio con una conexión por video con puntos de encuentro en otras partes del mundo.
La experiencia seguirá, no sólo en la segunda semana de trabajo en cada ciudad en las que les toque estar, sino también en sus propios países, donde pondrán a prueba el éxito de este “Laboratorio por un mundo unido”.
Con la colaboración de Yanina Dandan
