Sus miembros van a cualquier lugar, en cualquier momento, sus maestros y señores son los enfermos y los pobres
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Están en todas partes. En Siria, Jerusalén, Damasco, Turquía, Líbano, Haití, África, e incluso en la ciudad de Nueva York.
La cruz maltesa de ocho puntos (que representa las ocho bienaventuranzas del Sermón de la Montaña) sobre su corazón o en sus hombros identifica a cada uno de los 13.500 Caballeros y Damas de la Soberana Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta (SMOM), o de los 82.000 miembros del Malteser Internacional, ellos generalmente ofrecen fuerza a donde quiera que son llamados.
Sus maestros y señores son los enfermos y los pobres, que ahora incluyen a los marginados, víctimas de persecución, y refugiados de cualquier confesión y raza.
En Camboya, la SMOM dirige hospitales especializados para los enfermos de lepra. A pesar de los rumores, la lepra no ha sido erradicada como una amenaza incapacitante para la salud.
“A la gente no le gustan los leprosos. Nuestra extraña enfermedad los asusta”, explica Yim Heang, de Camboya. “Algunas personas muestran bondad y compasión por los leprosos, pero la mayoría están preocupadas por la infección y no quieren ningún contacto con nosotros”.
Durante el otoño de 2013, se lanzaron una bombas en Alepo, Siria, una de las más antiguas ciudades establecidas en el mundo. Su longevidad no impidió que las explosiones demolieran estructuras que habían estado en pie durante cientos, quizá incluso miles, de años.
Al sobrevolar Alepo, una ola de refugiados desesperados y heridos inundaron el campo de refugiados sirio de Kilis, justo sobre la frontera de Turquía. En el primer día 4.000 personas huyeron de sus países. Pronto dejó de haber comida, albergue, medicinas. Malteser Internacional trajo los suministros necesarios y pronto construyó un hospital de campaña y un centro de triaje.
La Orden de Malta apoya el Hospital de la Sagrada Familia en Belén, localizado en una área que es una vorágine de facciones en conflicto y lealtades opositoras. Es el hospital de maternidad más grande de Palestina. Por desgracia, en el pasado, muchos necesitados fueron rechazados por falta de espacio.
Hoy, en lugar de pastores que visitan la escena de la Natividad en la antigua Belén, los voluntarios del Malteser Internacional rodean las salas de maternidad, listos para ayudar si es necesario.
La Orden de Malta no toma partido, ni siquiera en los conflictos más violentos. Están presentes para servir a sus señores y maestros, los enfermos y los pobres.
La semana pasada, se presentó una película sobre el Malteser Internacional en el International Green Film Festival en Seúl, Corea. Los voluntarios aparecen trabajando en Myanmar, en un área golpeada por ciclones e inundaciones. Junto con los aldeanos, los voluntarios del Malteser Internacional plantaron 18.000 árboles – para que sirvieran como rompevientos y barreras contra el agua para proteger la aldea en el futuro.
Desde mayo pasado hasta principios de junio, la embajada de la Orden de Malta en Belgrado entregó comida a las víctimas de las inundaciones en Serbia, donde 50 personas habían muerto.
Más de 25.000 doctores (primeros auxilios y especialistas) y enfermeras participaron en el trabajo de la orden. Los centros médicos son la característica de la Orden de Malta.La mayoría de los hospitales están en Alemania, Francia e Italia. Algunos tienen unidades especiales para los enfermos terminales donde les ofrecen cuidados paliativos.Durante la Primera Guerra Mundial, la orden dirigió hospitales trenes que pueden viajar a donde quiera que sea necesario.
Paul Wright, cardiólogo de Estados Unidos, viaja a Calcuta cada año para ofrecer exámenes y tratamientos gratis a los necesitados
. Se unió a este ministerio después de visitar a Madre Teresa, quien lo llevó a la Casa de los Moribundos. Madre Teresa lo condujo a una habitación donde la gente va a morir, y le dijo, “No podemos curarlos.
Aliviamos su dolor, les ofrecemos compasión y mucho amor”.
El servicio y el desapego de las cosas materiales le ha llevado a sentir serenidad. “También he descubierto que requiero pocas cosas para ser feliz”, dijo Wright. “La casa ideal que planeé construir en unos años también ha sido olvidada”.
En 2013, la Orden de Malta celebró su 900 cumpleaños. Los 4.000 miembros que pudieron viajar a Roma recibieron una bendición papal.
Radio Vaticano dijo que, mientras la orden no es un país, es una entidad soberana. Tiene un observador en las Naciones Unidas, así como embajadas en casi cien países.
“Donde quiera que operamos, somos constructores de paz”, dijo Jean-Pierre Mazery, ministro de Asuntos Exteriores. “No dependemos de nadie, no defendemos territorios, no tomamos parte en conflictos, actuamos sólo para ayudar a la gente, independientemente de su nacionalidad, raza o religión”.
La orden fue fundada en el siglo XII para asistir a peregrinos pobres mientras viajaban a Tierra Santa. En los últimos doscientos años la orden no se ha involucrado directamente en combate, pero apoya a aquellos que, por ejemplo, colaboran con hospitales militares.
La orden ahora tiene menos de 100 religiosos profesos que toman votos permanentes de pobreza, castidad y obediencia, aunque no requieren de vivir en comunidad. Los miembros laicos componen otros dos niveles de compromiso. Se da un interés especial a la promoción de la santidad de cada miembro.
En Estados Unidos la Orden de Malta tiene alrededor de 1.300 miembros. Su trabajo de servicio quizá no es tan dramático como el de aquellos en otros lugares más lejanos, pero patrocinan cientos de iniciativas de caridad como el ministerio de asilos, asisten a escuelas católicas evidenciando su identidad, los voluntarios hacen viajes a otros países cuando hay una emergencia, entregan cenas y sirven en comedores, manejan camiones de comida en los puertos, y sirven en muchos otros lugares.
Cada año asociaciones de diferentes áreas geográficas patrocinan peregrinaciones a Lourdes. No sólo esto resume el carisma original de la orden, sino que presenta una oportunidad para ofrecer a la gente que está enferma o discapacitada, junto a sus cuidadores, participar de los poderes curativos del santuario mariano.
“Practique con firmeza la religión católica apostólica romana y defienda con diligencia la caridad hacia el prójimo y, de manera especial, hacia los pobres y enfermos“ es parte de la oración individual que los miembros rezan cada día. “Concédeme las virtudes necesaria para poder cumplir según el Espíritu del Evangelio, con ánimo desinteresado y enteramente cristiano”.
Por William Van Ornum, profesor de Psicología en el Marist College y director de investigación y desarrollo en el American Mental Health Foundation en la ciudad de Nueva York. Estudió Teología y Sagrada Escritura en DePaul University.